miércoles, 30 de diciembre de 2009

JUNIO 2009

Visita al Padre Pío. Inaugura el Año sacerdotal. Clausura del año Paulino, hallazgos en el sarcófago de San Pablo.

MAYO 2009

El Papa en Tierra Santa

ABRIL 2009

Cristo necestia hombres y mujeres que le ayuden a afianzar su victoria. Semana Santa. Terremoto en Italia.

MARZO 2009

Visita a Africa y Angola

FEBRERO 2009

Aniversario 80 del Estado Vaticano, etc

ENERO 2009 (Resumen)

Iniciativas de paz en Oriente medio

martes, 29 de diciembre de 2009

Benedicto XVI: Homilía de Nochebuena

SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR
HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

Basílica Vaticana
24 de diciembre de 2009

Queridos hermanos y hermanas

«Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado» (Is 9,5). Lo que, mirando desde lejos hacia el futuro, dice Isaías a Israel como consuelo en su angustia y oscuridad, el Ángel, del que emana una nube de luz, lo anuncia a los pastores como ya presente: «Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor» (Lc 2,11). El Señor está presente. Desde este momento, Dios es realmente un «Dios con nosotros». Ya no es el Dios lejano que, mediante la creación y a través de la conciencia, se puede intuir en cierto modo desde lejos. Él ha entrado en el mundo. Es quien está a nuestro lado. Cristo resucitado lo dijo a los suyos, nos lo dice a nosotros: «Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mt 28,20). Por vosotros ha nacido el Salvador: lo que el Ángel anunció a los pastores, Dios nos lo vuelve a decir ahora por medio del Evangelio y de sus mensajeros. Ésta es una noticia que no puede dejarnos indiferentes. Si es verdadera, todo cambia. Si es cierta, también me afecta a mí. Y, entonces, también yo debo decir como los pastores: Vayamos, quiero ir derecho a Belén y ver la Palabra que ha sucedido allí. El Evangelio no nos narra la historia de los pastores sin motivo. Ellos nos enseñan cómo responder de manera justa al mensaje que se dirige también a nosotros. ¿Qué nos dicen, pues, estos primeros testigos de la encarnación de Dios?

Ante todo, se dice que los pastores eran personas vigilantes, y que el mensaje les pudo llegar precisamente porque estaban velando. Nosotros hemos de despertar para que nos llegue el mensaje. Hemos de convertirnos en personas realmente vigilantes. ¿Qué significa esto? La diferencia entre uno que sueña y uno que está despierto consiste ante todo en que, quien sueña, está en un mundo muy particular. Con su yo, está encerrado en este mundo del sueño que, obviamente, es solamente suyo y no lo relaciona con los otros. Despertarse significa salir de dicho mundo particular del yo y entrar en la realidad común, en la verdad, que es la única que nos une a todos. El conflicto en el mundo, la imposibilidad de conciliación recíproca, es consecuencia del estar encerrados en nuestros propios intere­ses y en las opiniones personales, en nuestro minúsculo mundo privado. El egoísmo, tanto del grupo como el individual, nos tiene prisionero de nuestros intereses y deseos, que contrastan con la verdad y nos dividen unos de otros. Despertad, nos dice el Evangelio. Salid fuera para entrar en la gran verdad común, en la comunión del único Dios. Así, despertarse significa desarrollar la sensibilidad para con Dios; para los signos silenciosos con los que Él quiere guiarnos; para los múltiples indicios de su presencia. Hay quien dice «no tener religiosamente oído para la música». La capacidad perceptiva para con Dios parece casi una dote para la que algunos están negados. Y, en efecto, nuestra manera de pensar y actuar, la mentalidad del mundo actual, la variedad de nuestras diversas experiencias, son capaces de reducir la sensibilidad para con Dios, de dejarnos «sin oído musical» para Él. Y, sin embargo, de modo oculto o patente, en cada alma hay un anhelo de Dios, la capacidad de encontrarlo. Para conseguir esta vigilancia, este despertar a lo esencial, roguemos por nosotros mismos y por los demás, por los que parecen «no tener este oído musical» y en los cuales, sin embargo, está vivo el deseo de que Dios se manifieste. El gran teólogo Orígenes dijo: si yo tuviera la gracia de ver como vio Pablo, podría ahora (durante la Liturgia) contemplar un gran ejército de Ángeles (cf. In Lc 23,9). En efecto, en la sagrada Liturgia, los Ángeles de Dios y los Santos nos rodean. El Señor mismo está presente entre nosotros. Señor, abre los ojos de nuestro corazón, para que estemos vigilantes y con ojo avizor, y podamos llevar así tu cercanía a los demás.

Volvamos al Evangelio de Navidad. Nos dice que los pastores, después de haber escuchado el mensaje del Ángel, se dijeron uno a otro: «Vamos derechos a Belén... Fueron corriendo» (Lc 2,15s.). Se apresuraron, dice literalmente el texto griego. Lo que se les había anunciado era tan importante que debían ir inmediatamente. En efecto, lo que se les había dicho iba mucho más allá de lo acostumbrado. Cambiaba el mundo. Ha nacido el Salvador. El Hijo de David tan esperado ha venido al mundo en su ciudad. ¿Qué podía haber de mayor importancia? Ciertamente, les impulsaba también la curiosidad, pero sobre todo la conmoción por la grandeza de lo que se les había comunicado, precisamente a ellos, los sencillos y personas aparentemente irrelevantes. Se apresuraron, sin demora alguna. En nuestra vida ordinaria las cosas no son así. La mayoría de los hombres no considera una prioridad las cosas de Dios, no les acucian de modo inmediato. Y también nosotros, como la inmensa mayoría, estamos bien dispuestos a posponerlas. Se hace ante todo lo que aquí y ahora parece urgente. En la lista de prioridades, Dios se encuentra frecuentemente casi en último lugar. Esto – se piensa – siempre se podrá hacer. Pero el Evangelio nos dice: Dios tiene la máxima prioridad. Así, pues, si algo en nuestra vida merece premura sin tardanza, es solamente la causa de Dios. Una máxima de la Regla de San Benito, reza: «No anteponer nada a la obra de Dios (es decir, al Oficio divino)». Para los monjes, la liturgia es lo primero. Todo lo demás va después. Y en lo fundamental, esta frase es válida para cada persona. Dios es importante, lo más importante en absoluto en nuestra vida. Ésta es la prioridad que nos enseñan precisamente los pastores. Aprendamos de ellos a no dejarnos subyugar por todas las urgencias de la vida cotidiana. Queremos aprender de ellos la libertad interior de poner en segundo plano otras ocupaciones – por más importantes que sean – para encaminarnos hacia Dios, para dejar que entre en nuestra vida y en nuestro tiempo. El tiempo dedicado a Dios y, por Él, al prójimo, nunca es tiempo perdido. Es el tiempo en el que vivimos verdaderamente, en el que vivimos nuestro ser personas humanas.

Algunos comentaristas hacen notar que los pastores, las almas sencillas, han sido los primeros en ir a ver a Jesús en el pesebre y han podido encontrar al Redentor del mundo. Los sabios de Oriente, los representantes de quienes tienen renombre y alcurnia, llegaron mucho más tarde. Y los comentaristas añaden que esto es del todo obvio. En efecto, los pastores estaban allí al lado. No tenían más que «atravesar» (cf. Lc 2,15), como se atraviesa un corto trecho para ir donde un vecino. Por el contrario, los sabios vivían lejos. Debían recorrer un camino largo y difícil para llegar a Belén. Y necesitaban guía e indicaciones. Pues bien, también hoy hay almas sencillas y humildes que viven muy cerca del Señor. Por decirlo así, son sus vecinos, y pueden ir a encontrarlo fácilmente. Pero la mayor parte de nosotros, hombres modernos, vive lejos de Jesucristo, de Aquel que se ha hecho hombre, del Dios que ha venido entre nosotros. Vivimos en filosofías, en negocios y ocupaciones que nos llenan totalmente y desde las cuales el camino hasta el pesebre es muy largo. Dios debe impulsarnos continuamente y de muchos modos, y darnos una mano para que podamos salir del enredo de nuestros pensamientos y de nuestros compromisos, y así encontrar el camino hacia Él. Pero hay sendas para todos. El Señor va poniendo hitos adecuados a cada uno. Él nos llama a todos, para que también nosotros podamos decir: ¡Ea!, emprendamos la marcha, vayamos a Belén, hacia ese Dios que ha venido a nuestro encuentro. Sí, Dios se ha encaminado hacia nosotros. No podríamos llegar hasta Él sólo por nuestra cuenta. La senda supera nuestras fuerzas. Pero Dios se ha abajado. Viene a nuestro encuentro. Él ha hecho el tramo más largo del recorrido. Y ahora nos pide: Venid a ver cuánto os amo. Venid a ver que yo estoy aquí. Transeamus usque Bethleem, dice la Biblia latina. Vayamos allá. Superémonos a nosotros mismos. Hagámonos peregrinos hacia Dios de diversos modos, estando interiormente en camino hacia Él. Pero también a través de senderos muy concretos, en la Liturgia de la Iglesia, en el servicio al prójimo, en el que Cristo me espera.

Escuchemos directamente el Evangelio una vez más. Los pastores se dicen uno a otro el motivo por el que se ponen en camino: «Veamos qué ha pasado». El texto griego dice literalmente: «Veamos esta Palabra que ha ocurrido allí». Sí, ésta es la novedad de esta noche: se puede mirar la Palabra, pues ésta se ha hecho carne. Aquel Dios del que no se debe hacer imagen alguna, porque cualquier imagen sólo conseguiría reducirlo, e incluso falsearlo, este Dios se ha hecho, él mismo, visible en Aquel que es su verdadera imagen, como dice San Pablo (cf. 2 Co 4,4; Col 1,15). En la figura de Jesucristo, en todo su vivir y obrar, en su morir y resucitar, podemos ver la Palabra de Dios y, por lo tanto, el misterio del mismo Dios viviente. Dios es así. El Ángel había dicho a los pastores: «Aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lc 2,12; cf. 16). La señal de Dios, la señal que ha dado a los pastores y a nosotros, no es un milagro clamoroso. La señal de Dios es su humildad. La señal de Dios es que Él se hace pequeño; se convierte en niño; se deja tocar y pide nuestro amor.

Cuánto desearíamos, nosotros los hombres, un signo diferente, imponente, irrefutable del poder de Dios y su grandeza. Pero su señal nos invita a la fe y al amor, y por eso nos da esperanza: Dios es así. Él tiene el poder y es la Bondad. Nos invita a ser semejantes a Él. Sí, nos hacemos semejantes a Dios si nos dejamos marcar con esta señal; si aprendemos nosotros mismos la humildad y, de este modo, la verdadera grandeza; si renunciamos a la violencia y usamos sólo las armas de la verdad y del amor. Orígenes, siguiendo una expresión de Juan el Bautista, ha visto expresada en el símbolo de las piedras la esencia del paganismo: paganismo es falta de sensibilidad, significa un corazón de piedra, incapaz de amar y percibir el amor de Dios. Orígenes dice que los paganos, «faltos de sentimiento y de razón, se transforman en piedras y madera» (In Lc 22,9). Cristo, en cambio, quiere darnos un corazón de carne. Cuando le vemos a Él, al Dios que se ha hecho niño, se abre el corazón. En la Liturgia de la Noche Santa, Dios viene a nosotros como hombre, para que nosotros nos hagamos verdaderamente humanos. Escuchemos de nuevo a Orígenes: «En efecto, ¿para qué te serviría que Cristo haya venido hecho carne una vez, si Él no llega hasta tu alma? Oremos para venga a nosotros cotidianamente y podamos decir: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí (Ga 2,20)» (In Lc 22,3).

Sí, por esto queremos pedir en esta Noche Santa. Señor Jesucristo, tú que has nacido en Belén, ven con nosotros. Entra en mí, en mi alma. Transfórmame. Renuévame. Haz que yo y todos nosotros, de madera y piedra, nos convirtamos en personas vivas, en las que tu amor se hace presente y el mundo es transformado.
© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana

lunes, 28 de diciembre de 2009

CATEGORÍA HUMANA Y SOBRENATURAL DE BENEDICTO XVI
Al final video con imágenes inéditas

Como es sabido de todos, el Papa sufrió un incidente a causa de una mujer alterada mentalmente al comienzo de la misa de nochebuena. Lo hizo caer al suelo, y también al Cardenal Etchegaray que sufrió una fractura de la cabeza del fémur.

¿Quién es el hombre capaz de sufrir un ataque al comienzo de un Evento de tales dimensiones, y después levantarse y poder seguir adelante?

Cualquiera hubiera tenido motivos suficientes y justificados, para abandonar la Santa Misa que estaba por comenzar. Demostrar nerviosismo o inquietud.
O encerrarse en sí mismo, en sus pensamientos o conjeturas.

Pero Benedicto XVI no.

Si hubiese demostrado un pequeño rastro de estas secuelas, sería noticia firme.

Celebró la Eucaristía de Nochebuena, transmitida y vista a nivel mundial. Predicó una homilía profunda, que requiere una atención y oración verdaderas.
Homilía que vale la pena leer y meditar atentamente (ver en post de este blog de mañana, 29 de diciembre).

Ese es el nivel de serenidad profunda de una persona que está en paz con Dios y con los hombres.
Esa es la personalidad de quien vive unido a Dios y tiene un alto nivel de virtudes humanas.

Este acontecimiento no hace más que confirmar que las cosas que habla el Papa no son teorías para que se apliquen otros, sino en primer lugar es vida vivida personalmente.

Y también es ocasión de aumentar nuestra oración por la persona y las intenciones del Papa. Y por todos sus colaboradores.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

La Biblia según la Capilla Sixtina

El destino del hombre desde la creación hasta el fin del mundo

viernes, 20 de noviembre de 2009

Visita desde aquí la Iglesia más antigua de Roma

Un trabajo de la universidad de Villanova en Pennsylvania




Para acceder, visita este enlace www.vatican.va/various/basiliche/san_giovanni/vr_tour/index-en.html

sábado, 7 de noviembre de 2009

Qué era el muro de Berlín

20 ANIVERSARIO DE LA CAÍDA DEL MURO


viernes, 6 de noviembre de 2009

Año Jubilar de la Iglesia en Vietnam

Del 24 de Noviembre (Fiesta de Andres Dung Lag y 116 mártires más) al 6 de enero de 2011
En Vietnam hay 30mil nuevos católicos durante el último año, y 20mil más se preparan para entrar a la Iglesia, a pesar de que aún persisten algunas dificultades y prejuicios

jueves, 5 de noviembre de 2009

21 de noviembre más de 250 artistas en la Capilla Sixtina

Décimo aniversario de la carta de Juan Pablo II a los artistas.

jueves, 29 de octubre de 2009

Educación sexual de los hijos


USTED ESTÁ ENSEÑANDO A MI HIJO ¿QUÉ?

La psiquiatra norteamericana Miriam Grossman acaba de publicar You’re Teaching My Child What? (1), un libro en el que describe el panorama actual de la educación sexual que se imparte en las escuelas de Estados Unidos. Resumimos una entrevista a la autora para eReview (9-09-2009) , publicación del Institute of Marriage and Family Canada.

Fuente: eReview (Institute of Marriage and Familiy Canada)
Fecha: 26 Octubre 2009
Tomado de Aceprensa

Tras ejercer durante doce años como psiquiatra en la UCLA (University of California, Los Angeles), Grossman comprobó el desconcierto con que se mueven la mayoría de los jóvenes en el ámbito de la sexualidad. Ella misma se sintió frustrada al ver cómo, paciente tras paciente, se repetían los mismos errores que terminaban en enfermedades de transmisión sexual, trastornos emocionales e incluso infertilidad.

“No podía hacer mucho por ellos. Eran jóvenes que estaban muy bien informados y que se preocupaban activamente por su salud. Cuidaban la alimentación, hacían ejercicio, evitaban fumar y tantas cosas. Pero en el terreno de la sexualidad asumían todo tipo de riesgos. Así que empecé a preguntarles sobre la educación sexual que recibían en clase”.
A partir de estos testimonios, Grossman llegó a la conclusión de que los jóvenes estaban prácticamente desprotegidos. Este fue el título de su primer libro: Unprotected: A Campus Psychiatric Reveals How Political Correctness in Her Profession Harms Every Student. En el que ahora acaba de publicar analiza el material pedagógico que utilizan los alumnos: páginas webs, libros, folletos, guías, vídeos…

Lo primero que sorprendió a Grossman es la falta de conocimiento sobre los fundamentos del desarrollo evolutivo de niños y jóvenes, así como de los últimos descubrimientos de la neurobiología. “Los profesores de educación sexual insisten en que los adolescentes tienen, al igual que los adultos, la madurez suficiente para tomar decisiones responsables. El problema, añaden, está en que les falta la información suficiente y no utilizan preservativos”.

“De manera que la propuesta de estos ‘expertos’ para reducir las enfermedades de transmisión sexual y el número de embarazos adolescentes es: más información y más condones. Pero las investigaciones recientes de la neuropsicología no respaldan esta postura. Ahora sabemos que las malas decisiones de los adolescentes proceden no de la falta de información sino de la falta de criterio. Y sólo hay una cosa que cura esto: el tiempo”.

Otro dato básico que omiten la mayoría de los manuales sobre educación sexual es la mayor vulnerabilidad biológica de las chicas a las enfermedades de transmisión sexual. Tampoco se dice a los chicos que el sexo oral suele ir asociado al cáncer de garganta. “No hace falta repetir que se trata de una información de vida o muerte; ocultar estas cosas es el colmo de la irresponsabilidad”.

En lugar de informar sobre los riesgos, algunas organizaciones americanas como Planned Parenthood o SIECUS (Sexuality Information and Education Council of the US) “se limitan a repetir que la adolescencia es el tiempo idóneo para explorar nuevas prácticas sexuales, o que los niños tienen derecho a expresar su sexualidad en cualquiera de las formas que se les ocurra”.

Para Grossman, “este mensaje promueve el libertinaje sexual, no la salud sexual. Es pura ideología, no ciencia. Y cuando el libertinaje sexual pasa a primer plano, la salud sexual se resiente. Ahí están, para demostrarlo, las alarmantes cifras de Estados Unidos sobre enfermedades de transmisión sexual, infecciones por VIH, embarazos adolescentes y abortos”. (Algunas estadísticas )

El enfoque ideológico de la educación sexual se observa también en el papel que los educadores atribuyen a los padres. Grossman dice que en este punto hay mucha doblez: “Cuando los educadores hablan ante los medios o en los materiales destinados a los padres, siempre destacan que la educación sexual empieza en casa y que los padres son los principales educadores en este terreno. Sin embargo, los materiales didácticos que utilizan los niños trasmiten un mensaje muy diferente”.

“El 90% de los padres quiere que sus hijos retrasen las relaciones sexuales, y confían en que quienes imparten la educación sexual les van a ayudar a reforzar ese mensaje. Hay organizaciones como SIECUS que se comprometen a difundirlo, pero luego no lo hacen”.

Aunque la situación que describe Grossman es bastante cruda, su libro también transmite esperanza. “La buena noticia es que todos estos problemas de salud sexual pueden ser evitados en el 100% de los casos. Los padres pueden hacer mucho por sus hijos. Cada vez más, sabemos que los hijos se sienten muy influidos por los valores y las expectativas de sus padres. En el libro recojo numerosos estudios que demuestran el efecto positivo que tiene en los hijos un estilo educativo que sabe combinar la comprensión con la autoridad”.

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NOTAS
(1) You’re Teaching My Child What?: A Physician Exposes the Lies of Sex Ed and How They Harm Your Child, Regnery Publishing. Washington, DC (2009).

miércoles, 21 de octubre de 2009

Cómo la música puede llevar a Dios


Este concierto nos ha permitido, una vez más, disfrutar de la belleza de la música, el lenguaje, espiritual y por lo tanto universal, vehículo muy apropiado para la comprensión y la unión entre personas y pueblos. La música forma parte de todas las culturas y, podríamos decir, acompaña a toda experiencia humana, del dolor al placer, del odio al amor, de la tristeza a la alegría, de la muerte a la vida. Vemos cómo, durante siglos y milenios, la música siempre ha sido utilizada para dar forma a lo que no se puede hacer con palabras, porque despierta emociones difíciles de comunicar de Otoro modo. Por lo tanto, no es casual que cada civilización le ha dado una particular importancia y al valor de la música en sus diversas formas y expresiones.

La música, la buena música, relaja la mente, despierta emociones profundas y lleva, casi naturalmente, a elevar la mente y el corazón a Dios en cada situación, tanto alegre como triste, de la existencia humana. La música puede convertirse en una oración. Gracias de nuevo a los que organizaron esta hermosa tarde. Todos, queridos amigos, os bendigo de corazón.

viernes, 16 de octubre de 2009




El peligro de "educar" hijos sin voluntad, dominados por sus caprichos y antojos


Muchos adolescentes que aterrorizan hoy a sus padres y profesores iniciaron su «currículum» antes de los seis años. Algunos de ellos daban ya patadas consentidas en la espinilla de sus progenitores cuando estos últimos se atrevían alguna vez a cerrarles el tarro de la mermelada. Estos padres consentidores siguen estando de moda y presumen de ser «liberales» con sus hijos. Se han «liberado» de ponerles normas y límites, de corregirlos y castigarlos, por miedo a ser autoritarios y herir así su autoestima. Ignoran que el comportamiento espontáneo de los hijos no es suficiente para que maduren como personas, que hay que intervenir en sus vidas.

¿Cómo suelen ser los hijos adolescentes que desde los primeros años se sintieron muy tolerados y poco o nada exigidos? Acostumbrados a actuar sólo en función del capricho y del «me apetece o no me apetece», carecen de hábitos de autocontrol y de autodisciplina. No tienen voluntad. Acostumbrados a recibir «síes», cada vez que reciben un «no» a sus gustos en el hogar o en la escuela se frustran, se irritan, se enfurecen y reaccionan de forma agresiva.

Nunca como ahora se criticó tan sin motivo a los padres autoritarios, porque, como es bien sabido, apenas existen. Sí existen a miles los padres «liberales», eufemismo utilizado para designar a los padres débiles, los que carecen de fortaleza para exigir, los que por no ejercer la autoridad han dimitido como padres. «Hijos huérfanos de padres vivos», en palabras de Juan Pablo II.

Hemos pasado del extremo de concebir la autoridad como un fin en sí misma a desterrarla casi por completo de los hogares y de las aulas. El nuevo modelo es el del permisivismo educativo. Los profesores tienen que sufrir a los niños consentidos que les «facturan» los padres «liberales» para que los eduquen sin atentar contra su sagrada autoestima. Pero el mayor sufrimiento es el que les proporcionan los padres, que actúan como abogados de sus hijos cada vez que estos últimos se quejan de que los profesores les tienen manía.

La raíz y la solución del problema de los adolescentes agresivos está en la familia. Se necesitan padres responsables con dedicación en la tarea de crear autodominio, obediencia y respeto en sus hijos desde las primeras edades.

Autor: Gerardo Castillo
Profesor de Educación
Universidad de Navarra

Fecha: 27 de septiembre de 2009. Publicado en: ABC (Madrid)

miércoles, 14 de octubre de 2009

Por qué educar con cuentos

martes, 13 de octubre de 2009

¿Ya comenzó la 3a Guerra Mundial?


Interrogantes en el 70 aniversario (1939-2009) de la Segunda Guerra Mundial
(El Artículo completo en http://www.sagradafamilia.org.ve/ )

No menos de 55 millones de muertos (la mayoría civiles). Mucho más que en la Primera (fueron 18 millones). Esta fecha histórica ha sido motivo de atención también mundial. Tristes recuerdos de crueldad, degradación, muerte e inmensa destrucción, imborrables huellas físicas y anímicas.

También hoy padecemos otra Guerra Mundial más dañina por silenciosa. Mientras todas las Guerras, Dictaduras y Genocidios en el siglo XX suman 318 millones. El número abortos sólo en los últimos 10 años, no es menor de 420 millones, eso sin contar con los que no se pueden o no se quieren dar a conocer, por ejemplo en China .

Si este ciclo de muerte se prolonga causaría desequilibrios insospechados en muchos campos fundamentales de la vida social y personal. Algunas consecuencias las podemos constatar ya ahora…

Países en vías de despoblación
El aborto es la primera causa de mortalidad en Europa
(cfr. Dossier de Fides titulado
"La crisis de la familia en Europa")

Crisis Económica
Corea del sur es un botón de muestra para mostrar este aspecto. En 2007 había 7 personas en edad de trabajar para mantener a un jubilado; en 2020 serán 4,5 para mantener a un jubilado, y en 2050 se reducirá a 1,4.

Desaparición de las mujeres
El número normal de varones por 100 mujeres es cercano al 105
(cfr. "
Aborto seguro, niñas en riesgo" en Aceprensa)

Pero el aborto selectivo es un depredador de millones de niñas. En 2009 hay un déficit de 100 millones de mujeres.

Este fenómeno empieza a darse también en países occidentales como Estados Unidos y Suecia

Causas inmediatas
La causa más de fondo, por decirlo de un modo suave, está en querer hacerse dueños y señores de la vida y de la muerte... lo cual da "mala espina"

¿Soluciones?
La mejor medicina es la preventiva.
La única guerra que se gana es la que se sabe no hacer.


Según Guilmoto, en el estudio citado, es necesaria la reforma de valores y de comportamiento social.
Julián Marías, trata de dar un argumento que sirva para todos. Ni religioso ni científico, simplemente recurre al sentido común:
“La distinción entre «cosa» y «persona», tal como aparece en el uso de la lengua. Todo el mundo distingue, sin la menor posibilidad de confusión, entre «qué» y «quién», «algo» y «alguien», «nada» y «nadie». Si se oye un gran ruido extraño, me alarmaré y preguntaré: «qué pasa?» o ¿qué es eso?». Pero si oigo unos nudillos que llaman a la puerta, nunca preguntaré «¿qué es», sino «¿quién es?». Artículo completo en ABC

¿Ya empezó la 3a Guerra Mundial?... ¡Si ya vamos como por la 8a!

La Madre Teresa de Calcuta, al recibir el Premio Nobel afirmó que la guerra más dura, y con mayor número de "caídos" es la práctica del aborto, legalizado y facilitado también por las estructuras internacionales.

martes, 6 de octubre de 2009

En un 6 de octubre hace 7 años

Canonización de San Josemaría
Palabras de Juan Pablo II en la canonización de san Josemaría, un desafío al alcance de todos los cristianos

"[El Fundador del Opus Dei] fomenta la cristianización del mundo desde dentro, mostrando que no puede haber conflicto entre la ley divina y las exigencias del genuino progreso humano. Este sacerdote santo enseñó que Cristo debe ser la cumbre de toda actividad humana (cfr. Jn 12,32). Su mensaje impulsa al cristiano a actuar en los lugares donde se está forjando el futuro de la sociedad".



El día de la canonización de San Josemaría las palabras de Juan Pablo II abrieron un panorama en muchos corazones. El Papa presentaba a la Iglesia entera al Santo de lo ordinario. Aquí hay una selección de sus palabras y un pdf con los textos completos
http://www.opusdei.es/art.php?p=35573

viernes, 2 de octubre de 2009

2 de octubre de 1928

Corea: unos de los últimos países donde ha comenzado la labor estable del Opus Dei



Se cumplen 81 años de la fundación del Opus Dei. La página web del Opus Dei http://www.opusdei.es//art.php?p=24499 ofrece varios vídeos, audios, galerías de imágenes y textos sobre este aniversario

70 Aniversario de Camino

Cómo y cuándo meditar el libro de CAMINO de San Josemaría

jueves, 24 de septiembre de 2009

VIAJE A LA REPÚBLICA CHECA
Oremus pro Pontifice nostro Benedicto XVI. Dominus conservet eum, et vivificet eum, et beatum faciat eum in terra, et non tradat eum in animam inimicorum eius
Canonización de Juan Pablo II será pronto
Joaquín Navarro-Valls: 'Juan Pablo II podría ser santo a finales de este año'



'Aquellos años fueron extraordinarios, viví la Historia mientras se hacía'
'La Iglesia enseña ahora a humanizar la sexualidad y dar sentido al dolor'


Irene Hdez. Velasco (Enviada especial) Cernobbio
Actualizado lunes 21/09/2009 09:46 horas
Tomado de http://www.arvo.net/

Sin duda el representante del Vaticano más famoso durante el Pontificado de Juan Pablo II, a excepción del propio Papa, ha sido este español de 72 años que estudió Medicina y acabó ejerciendo de periodista.

Al fin y al cabo, desde 1984 hasta 2006, Joaquín Navarro-Valls fue director de la oficina de prensa de la Santa Sede, convirtiéndose en el primer laico y el primer no italiano en ocupar ese puesto. Durante 15 meses, y hasta su dimisión en julio de 2006, también trabajó a las órdenes de Benedicto XVI.

P.- Durante los 22 años que fue portavoz de Juan Pablo II, ¿escribió un diario?
Respuesta.- Un diario propiamente dicho no, pero tomé notas. En mi ordenador debo de tener unas 600 páginas de apuntes.

P.- ¿Y no se plantea publicarlas?
R.- Hace un año y medio un agente estadounidense me ofreció un millón y medio de dólares por escribir ese libro. El problema en parte es que he aceptado en estos años una serie de compromisos profesionales que me absorben. Tendría que dejar todo eso y pasarme un año y medio encerrado en mi habitación para escribir ese libro. Para mí sería un imperativo moral hacerlo, porque Juan Pablo II era muy querido pero no del todo conocido.

P.- ¿Qué cree que se desconoce de Juan Pablo II?
R.- Pienso que no se conoce suficientemente a la persona, su carácter. Por ejemplo, tenía un grandísimo sentido del humor. Incluso cuando había que tratar problemas dramáticos no perdía su visión positiva.

P.- Usted ha estado casi dos años con Benedicto XVI, hasta 2006. El suyo es un Pontificado polémico...
R.- Benedicto XVI es el Papa de toda la historia de la Iglesia con la más brillante y numerosa bibliografía personal. Su riqueza conceptual es fascinante. Y pienso que la gente también fuera del ámbito católico es consciente de ello.

P.- Se dice que es frío
R.- Yo diría lo contrario. Su forma de conmoverse más frecuente de lo que se cree no es reaccionar pasionalmente frente a las cosas.

P.- ¿Cuales son los elementos más originales de su Pontificado?
R.- Su confianza en la racionalidad de las personas, en su capacidad de buscar la verdad.

P.- ¿Qué grandes obstáculos está encontrando Ratzinger?
R.- Me parece que lo anunció él mismo pocos días antes de ser elegido Pontífice: la dictadura del relativismo.

P.- Si tuviera que señalar sólo uno, ¿cuál ha sido el mayor logro de Juan Pablo II?
R.- Lo digo con palabras suyas: «El punto central y nuestra responsabilidad es mantener el carácter trascendental de la persona humana, que se puede convertir fácilmente en objeto». Y ese logro le fue reconocido en Naciones Unidas, en los suburbios de Calcuta, en un leprosario en Guinea Bissau o en cualquier lugar a donde fue.

P.- ¿Que les diría a los que, a la luz de su oposición al preservativo, la eutanasia o los matrimonios homosexuales, consideran que la Iglesia es una institución obsoleta?
R.- Diría que la Iglesia está proponiendo, con optimismo y tenacidad, que el ser humano no es algo sino alguien; no es una cosa sino una persona. Está enseñando a humanizar la sexualidad, a dar sentido al dolor y a la alegría. Está dando horizontes humanos al ser humano.

P.- ¿Hay algún error en sus 22 años como responsable de comunicación del Vaticano del que aún se arrepienta?
R.- No me corresponde a mí valorar mi propio trabajo. Normalmente no vuelvo a aquellos años para analizar hipótesis sino para profundizar en el significado de los hechos vividos. Muchas veces, entonces, tuve la sensación de vivir la Historia mientras se estaba haciendo. Fueron unos años bellísimos, extraordinarios

P.- "Santo subito", gritaba la gente tras la muerte de Juan Pablo II. ¿Cuánto cree que falta para que sea elevado a lo altares?
R.- Desde el punto de vista estrictamente técnico, podría estar todo listo antes de que acabe el año. Los dos pasos que quedan, técnicamente hablando, son el decreto de virtudes y la declaración del milagro, del que se le atribuyen varios, uno especialmente claro. A partir de ahí, todo depende del Santo Padre.
Cómo fue la conversión de la hija de Stalin al Catolicismo




Svetlana Stalin, hija del famoso dictador ruso, se hizo católica en 1982, pero sólo en 1993 narra su conversión tras una vida que la ha llevado a través del sufrimiento al bautismo ortodoxo y luego a la Iglesia Católica. La fe es un don del amor. Su testimonio ha sido publicado en “Lettera del Foyer Orientale”, “Nostra Signora dei Tempi Nuovi”, “Popoli” (lugl-sett., 1995, pp. 54-55).

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De Dios no se hablaba ... pero las abuelas sí
Los primeros 36 años que he vivido en el estado ateo de Rusia no han sido del todo una vida sin Dios. Sin embargo, habíamos sido educados por padres ateos, por una escuela secularizada, por toda nuestra sociedad profundamente materialista. De Dios no se hablaba. Mi abuela paterna, Ekaterina Djugashvili, era una campesina casi iletrada, precozmente viuda, pero que nutría confianza en Dios y en la Iglesia. Muy piadosa y trabajadora, soñaba con hacer de su hijo sobreviviente -mi padre- un sacerdote. El sueño de mi abuela no se realizó jamás. A los 21 años mi padre abandonó el seminario para siempre.

Mi abuela materna, Olga Allilouieva, nos hablaba gustosamente de Dios: de ella hemos escuchado por vez primera palabras como alma y Dios. Para ella, Dios y el alma eran los fundamentos mismos de la vida. Agradezco a Dios que ha pemitido a mis queridas abuelas que nos transmitiesen las semillas de la fe; si bien eran exteriormente obsequiosas con el nuevo orden de cosas, conservaron profundamente en el corazón su fe en Dios y en Cristo.

Por primera vez, a los 36 años, pedí a Dios
Cuando mi hermano murió, mi hijo de 18 años estaba muy enfermo. No quería ir al hospital, a pesar de la insistencia del doctor. Por primera vez en mi vida, a los 36 años, pedí a Dios que lo curara. No conocía ninguna oración, ni siquiera el Padre Nuestro. Pero Dios, que es bueno, no podía dejar de escucharme.

Me escuchó, lo sabía. Después de la curación, un sentimiento intenso de la presencia de Dios me invadió.

Con sorpresa de mi parte, pedí a algunos amigos bautizados que me acompañaran a la iglesia. Dios no sólo me ayudó a encontrarlo, sino deseaba darme mayores gracias. Me hizo conocer al sacerdote más maravilloso que podía encontrar, el P. Nicolás Goloubtzov (1890-1963). Él bautizaba en secreto a los adultos que habían vivido sin fe. Fue también el padre espiritual del P. Alexander Men, que se convirtió en célebre predicador, asesinado en 1990 luego de muchas amenazas de muerte, por las numerosas conversiones que suscitaba entre la juventud en torno suyo.
Tenía necesidad de ser instruída
Yo tenía necesidad de ser instruida sobre los dogmas fundamentales del Cristianismo. Bautizada el 20 de mayo de 1962, tuve el gozo de conocer a Cristo, aunque ignorase casi toda la doctrina cristiana. Desgraciadamente el P. Goloubtzov murió en marzo de 1963.

Encontré por vez primera en mi vida católicos romanos, en Suiza, cinco años después de mi bautismo en la Iglesia ortodoxa rusa.

Los quince años que transcurrí en América han sido para mí causa de tormentos y de desorientación. Tras el nacimiento de mi hija, fruto de mi matrimonio en EE.UU., pareció que llegaba para mí la posibilidad de una vida normal. Pero pronto sobrevino de nuevo la turbación y la amargura; todo terminó con la separación conyugal.

Durante estos años mi vida religiosa era confusa, como todo el resto. Me encontraba de frente a un cristianismo americano múltiple. Cada denominación me invitaba. Todos me testimoniaban una gran simpatía. Yo tenía necesidad de descubrir lo que era justo en la multiplicidad de confesiones y perdía la noción de lo que yo misma era personalmente y en qué creía. Busqué también en la Ortodoxia la solución de mi búsqueda personal. Las respuestas a mis interrogantes me parecían demasiado abstractas. A pesar de la amistad que había entablado con intelectuales de la Ortodoxia, como la familia Florovsky, mi sed espiritual permanecía insatisfecha.

La amistad y la comunicación. No encerrarse en sí mismos
Un día recibí una carta de un sacerdote católico italiano de Pennsilvania, el P. Garbolino que me invitó a hacer una peregrinación a la Virgen de Fátima, en Portugal, con ocasión del 70º aniversario de las apariciones. En momento no fue posible, pero nuestra correspondencia de amistad duró más de 20 años y me enseñó muchas cosas.

Mediante este intercambio epistolar más de una vez se planteó la cuestión de mi adhesión a la fe católica. Pero la publicidad y el hecho de ser devorada por los medios de comunicación social, me había dado una pésima impresión ya al llegar a los Estados Unidos. Explicar a la luz del día mis sentimientos más personales, mi fe, mis relaciones con Dios, ni siquiera estaba dispuesta a pensarlo. No podía más hablar en nombre del pueblo ruso.

En 1969 el P. Garbolino que se encontraba en New Jersey vino a hacerme una visita a Princeton. Yo continué escribiéndole a Pittsburgh. En aquel momento yo era divorciada e infeliz, pero él, como buen sacerdote, siempre encontraba las palabras apropiadas y prometía siempre rezar por mí.

En 1976 encontré en California una pareja de católicos, Rose Y Michael Ginciracusa. Viví dos años con ellos. Su piedad discreta y su solicitud hacia mí y mi hija me conmovieron profundamente.
La importancia de un libro
En 1982 partimos para Inglaterra, para permitir que mi hija recibiera una buena educación europea. Mis contactos con los católicos continuaban siempre naturales, calmos y alentadores. La lectura de libros notables como el de Raissa Maritain, contribuyeron a acercarme cada vez más a la Iglesia católica. Y así en un frío día de diciembre, en la fiesta de Santa Lucía, en pleno Adviento, un tiempo litúrgico que siempre he amado, la decisión, esperada por largo tiempo, de entrar en la Iglesia católica, me brotó naturalísina, mientras vivía en Cambridge, Inglaterra. Un amigo católico polaco me condujo al P. Cogglan del Seminario de Allem Halla en Londres. Habían pasado 15 años desde que tomé esta decisión y me confié con el P. Garbolino que había conocido y aparecido en los días en que los medios de comunicación social me turbaban.

La bendición de la existencia cotidiana
Hay una cosa que aprendí por vez primera en los conventos católicos: la bendición de la existencia cotidiana, incluso la más escondida, de cada pequeña acción y del mismo silencio. En general soy felicísima en mi soledad; en la tranquilidad de mi departamento siento en modo vivo la presencia de Cristo.

Han pasado ya 13 años desde 1982, plenos de felicidad. Pero del mismo modo que jamás fui instruida convenientemente en la Iglesia Ortodoxa rusa al ser admitida 30 años atrás, así tampoco he recibido ninguna enseñanza más en la Iglesia católica. He debido aprender todo por cuenta mía leyendo libros que me han pasado amigos católicos o frecuentando asiduamente las librerías.
La diferencia
La diferencia entre la soledad en la Iglesia ortodoxa oriental y aquella en la Iglesia católica me ha parecido bajo esta forma: en la ortodoxia oriental, una confesión raramente es escuchada, generalmente una vez al año por Pascua y sin la discreción que permite el confesionario. Sólo ahora he entendido la gracia maravillosa que nos producen los sacramentos como el de la reconciliación y la comunión ofrecidos no importa qué día del año, e incluso cotidianamente.

Antes me sentía poco dispuesta a perdonar y a arrepentirme, y no fui jamás capaz de amar a mis enemigos. Pero me siento muy distinta de antes, desde que asisto a Misa todos los días. La Eucaristía se ha hecho para mí viva y necesaria. El sacramento de la reconciliación con Dios a quien ofendemos, abandonamos y traicionamos cada día, el sentido de culpa y de tristeza que entonces nos invade: todo esto hace que sea necesario recibirlo con frecuencia.

La Madre de Jesús
Por muchos años he creído que la decisión crucial que había tomado de permanecer en el extranjero en 1967 fue una importante etapa en mi vida. Yo iniciaba una vida nueva, me liberaba y progresaba en mi carrera de escritora itinerante. El Padre celestial me ha corregido dulcemente. Fui nuevamente sumergida en una maternidad tardía que debía hacerme presente mi puesto en la vida: un humilde puesto de mujer y de madre. Así, en verdad, fuí llevada en los brazos de la Virgen María a quien no tenía la costumbre de invocar, reteniendo que esta devoción fuese cosa de campesinos iletrados como mi abuela georgiana que no tenia otra persona a quien dirigirse. Me desengañé cuando me encontré sola y sin sustento. ¿Quién otro podía ser mi abogado sino la Madre de Jesús? Imprevistamente Ella se me hizo cercana, Ella a quien todas las generaciones llaman Bienaventurada entre las mujeres.

Svetlana Stalin

Salvo los subtítulos, tomado de http://www.escándaloynecedad.blogspot.com/
Para saber más de Svetlana En la Wikipedia

martes, 22 de septiembre de 2009

KATYN UN SÍMBOLO DE LA CRIMINALIDAD ROJA
"Recordamos Katyn por justicia con las víctimas", dijo Strazalka en Rímini. "Todos los polacos se identifican hoy con el horror de este crimen, y con su impunidad. Es un símbolo de la tragedia de nuestra nación".



Nazis y soviéticos desfilaron juntos
Para el cónsul en Milán, la película refleja muy bien la realidad de la alianza nazi-soviética. "Muchos olvidan que sus tropas desfilaron juntas en Brest-Litovsk, y que juntos, quisieron eliminar física y culturalmente a Polonia". Esta realidad queda reflejada en varias escenas, en que los uniformes grises y los pardos con estrella roja se sientan a la misma mesa y deciden el futuro de los polacos.
El cónsul recuerda que "las víctimas eran oficiales jóvenes, cultos, la flor de la juventud, el futuro del país, médicos, periodistas, la intelligentsia, una clase social exterminada para evitar que reconstruyesen Polonia".
En la película, este hecho queda subrayado cuando el general polaco dice a sus tropas detenidas: "conserven la vida para reconstruir el país; los tanques y aviones destruidos pueden volver a fabricarse, pero una generación de hombres formados necesita toda una vida".


Occidente se lavó las manos
Strzalka señaló que medio millón de polacos fueron deportados a Siberia de 1939 a 1941. Además, considera que el descubrimiento de las tumbas de Katyn fue un preludio de lo que pasaría en Yalta, es decir, una cesión de Occidente, en que las potencias occidentales se mostraron dispuestas a ceder a Stalin el derecho a atar y desatar en media Europa. "Stalin declaró enemigo del pueblo polaco al legítimo gobierno de los polacos, que estaba exiliado en Londres y no se tragaba las presiones soviéticas... y Occidente lo aceptó. Sobre las mentiras de Katyn, ni Estados Unidos ni Gran Bretaña quisieron poner en duda la versión estalinista pese a los indicios en contra". Por eso, la película documenta lo que el cónsul llama "una de las mayores falsificaciones históricas".
El historiador Víctor Zaslavsky recordó el marco en que sucedieron los hechos. "El ejército polaco más o menos resistía a la invasión nazi... hasta que un millón de soviéticos les atacó por la retaguardia oriental sin declaración de guerra previa", explica, resumiendo las primeras escenas del filme.


Limpieza de clase
Para Zaslavsky, el concepto clave es la "limpieza de clase", la idea soviética de que hay una clase entera, la inteligentsia, que no puede ser redimida para el mundo comunista y debe ser eliminada físicamente. "A los presos les preguntaban si sabían idiomas, tenían estudios... Los nazis se quedaban a los obreros y los comunistas a los intelectuales. Muchos soldados eran reservistas, intelectuales, no eran militares de carrera, algo que la película muestra bien. Los soviéticos no se sentían monstruos ni malvados al matarlos, porque consideraban que era una inevitabilidad histórica, que la historia era quien había condenado a los burgueses a extinguirse".
Zaslavsky explicó que se ha encontrado el documento del Politburó soviético, firmado por sus 5 miembros, que pide "examinar 25.000 presos polacos, procesar sin imputaciones, documentar, aplicar fusilamiento".
Para este historiador, Katyn "no tiene parangón en la historia de la propaganda". Afirma que "todos los grupos comunistas o filosoviéticos de Occidente fueron movilizados al máximo nivel desde Moscú con una orden: acusar de fascismo, negacionismo o simpatía con el nazismo a todo aquel que preguntase por el papel de Stalin en las fosas de Katyn". Y funcionó.


Para un video más completo de la película AQUÍ

viernes, 18 de septiembre de 2009

Hollywood llevará al cine la vida de Pio XII

Hollywood llevará al cine la vida de Pio XII


Cada parte de la película arroja un poco de luz. Hemos leído los documentos originales que Pío XII escribió en su pontificado. Lo pusimos todo junto y escribimos la película".

Producir una película sobre el tema del Holocausto no es nada fácil. El legado de Pío XII ha sido tema de debate durante muchos años, porque algunos dicen que no hizo lo suficiente para salvar vidas en la guerra. Otros, como Oscar Clemente, no lo ven así.

Queremos que la gente entienda lo que le estamos presentando. Cuando vean la película pueden formar su opinión. Yo sólo quiero presentar la verdad desde mi punto de vista.

Todavía no hay fecha de lanzamiento para la película, pero Oscar Clemente y su equipo esperan presentar la historia de uno de los papas más influyentes del siglo XX antes del año 2011

Tony Blair: ¿por qué abrazó la fe católica?


Tony Blair: por qué abrazó la fe católica


El ex Primer Ministro de Inglaterra, Tony Blair, señaló en una entrevista a L'Osservatore Romano que la religión, refiriéndose concretamente la Iglesia Católica, tiene "un rol crucial en el desarrollo" de los pueblos y siempre está orientada a lograr el bien común.

Blair, hijo de un ateo militante y de madre protestante, relata al iniciar el extenso diálogo con el diario oficioso del Vaticano cómo fue su proceso de conversión y que éste se dio hace poco pero se inició hace mucho cuando conoció a su esposa. "La fe ha sido siempre una parte importante en nuestra vida como familia", comenta.

Luego de referirse a la manera en que se hace política en Inglaterra a comparación de Estados Unidos, en donde "la referencia a Dios" es prácticamente una obligación, el ex Premier comentando la reciente encíclica del Papa Benedicto XVI, Caritas in veritate, asegurando que "comparto plenamente todo lo que el Santo Padre escribe en ella, un texto brillante que debe ser leído y releído".

"Considero que la religión tiene un rol central, único al interior de la sociedad y para su desarrollo. Pensemos, por ejemplo, en el que modo que utilizamos la tecnología. Pero es también cierto que existe un conflicto, porque muchas personas quieren tener a la religión fuera de la esfera pública".

Blair, que aún tiene temas pendientes como el aborto y las uniones homosexuales, sostiene luego que si se considera que "la religión tiene un rol importante, no significa que se acaben los debates y las oposiciones. Estos, al contrario, proseguirán en muchos temas respecto a los cuales, probablemente, la Iglesia estará de una parte y los líderes políticos de otra. Pero no creo que éste sea el asunto en cuestión: el asunto clave es que la fe tiene pleno derecho de entrar en este espacio y hablar. No debe callar".

Por eso, continúa, "no es solo importante que las cosas se resuelvan de modo justo, sino que también la voz de la fe no esté ausente del debate público (pensemos en temas como la justicia y la solidaridad entre los pueblos y las naciones)".

Tras advertir que también "si una persona no es creyente y puede comprender la importancia de la fe, entender que la fe cuenta", el ex Premier de Inglaterra considera que "la fe tiene un rol único. La Iglesia Católica sigue la verdad de Dios y creo que sobre esto el Papa se esfuerza tanto para hacer entender que este anuncio es una obligación cristiana".

Es cierto, añade, que "a veces esto puede entrar en conflicto con el mundo político y yo lo he experimentado como líder político. Sin embargo es extremadamente importante que exista este aspecto religioso: no por gusto el Papa escribe que un humanismo sin Dios es inhumano".

"Creo que así él (el Papa) busca precisar que las acciones humanas y la razón humana estarán siempre limitadas sino son permeadas por la fe, e incluso a veces podrían, sin ella, ser peligrosas", agrega.

Al comentar el hecho de que cuando la Iglesia habla de algo permite que esto avance en la política, Blair relató el caso de la ayuda a África por parte del G8 y cómo el hecho de que Juan Pablo II se refiriera al tema "y que esta posición haya sido fuertemente por la Iglesia, puede ayudar efectivamente al político a hacer la elección justa".

Refiriéndose a la centralidad de la familia en la sociedad y comentando su propia experiencia como padre de tres hijos, Tony Blair señala que "en este campo las comunidades religiosas y la Iglesia tienen un rol que jugar. Es cierto, las familias tienen problemas, sus desafíos y eso no va a dejar de suceder. Pero siempre he pensado que las indicaciones de la Iglesia en materia de familia son útiles".

La importancia de una familia numerosa

"La acogida de la vida forja las energías morales y capacita para la ayuda recíproca" (Benedicto XVI, Enc. Caritas in veritate, n. 28)

La Encíclica del Papa y los MBA por un profesor del IESE

La Encíclica del Papa en el marco de la situación económica actual y el enfoque que deben tener las Escuelas de negocios

domingo, 30 de agosto de 2009


Carta del Papa Juan Pablo II sobre la segunda guerra mundial

A mis hermanos en el episcopado,
a los sacerdotes y a las familias religiosas,
a los hijos e hijas de la Iglesia,
a los gobernantes,
a todos los hombres de buena voluntad.

La hora de las tinieblas
1. «ME HAS ECHADO EN LO PROFUNDO de la fosa, en las tinieblas, en los abismos» (Sal 88 [87], 7). ¡Cuántas veces este grito de dolor ha surgido del corazón de millones de mujeres y de hombres que, desde el 1° de septiembre de 1939 hasta el final del verano de 1945, se enfrentaron con una de las tragedias más destructoras e inhumanas de nuestra historia!
Mientras Europa se encontraba aún bajo el impacto de los actos de fuerza realizados por el Reich, que habían llevado a la anexión de Austria, al desmembramiento de Checoslovaquia y a la conquista de Albania, el primer día del mes de septiembre de 1939, las tropas alemanas invadían Polonia por el Oeste y, el 17 del mismo mes, la Armada roja lo hacía por el Este. La derrota del ejército polaco y el martirio de un pueblo entero iban a ser preludio de la suerte que muy pronto tocaría a numerosos pueblos europeos y, a continuación, a muchos otros en la mayor parte de los cinco continentes.
En efecto, desde 1940, los Alemanes ocuparon Noruega, Dinamarca, Holanda, Bélgica y la mitad de Francia. Durante este período, la Unión soviética, agrandada ya por una parte de Polonia, realizó la anexión de Estonia, Letonia y Lituania y quitó Besarabia a Rumania y algunos territorios a Finlandia.
Después, como un fuego destructor que se propaga, la guerra y los dramas humanos, que la acompañan inexorablemente, iban rápidamente a desbordar las fronteras del «viejo Continente» para llegar a ser «mundiales». Por un lado, Alemania e Italia llevaron los combates más allá de los Balcanes y en África mediterránea y, por otro lado, el Reich invadió bruscamente Rusia. Los Japoneses, por fin, destruyendo Pearl-Harbor, empujaron a los Estados Unidos de América a la guerra al lado de Inglaterra. Terminaba el año 1941.
Hubo que esperar el año 1943, con el éxito de la contraofensiva que liberó la ciudad de Stalingrado del yugo alemán, para que se produjera un cambio en la historia de la guerra. Las fuerzas aliadas por un lado y la tropas soviéticas por el otro lograron derrotar a Alemania, a costa de encarnizados combates que, desde Egipto hasta Moscú, provocaron horribles sufrimientos a millones de civiles indefensos. El 8 de mayo de 1945 Alemania se rindió sin condiciones.
Pero la lucha continuó en el Pacífico. Para acelerar el final, a primeros de agosto del mismo año se lanzaron dos bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Al día siguiente de este hecho espantoso Japón se rindió a su vez. Es el 10 de agosto de 1945.
Ninguna guerra ha merecido tanto el apelativo de «guerra mundial». Además fue total, pues no podemos olvidar que a las operaciones terrestres se sumaron combates aéreos y combates navales en todos los mares del mundo. Ciudades enteras fueron objeto de destrucciones despiadadas, sumiendo a poblaciones aterrorizadas en la angustia y la miseria. Roma misma estuvo amenazada. La intervención del Papa Pío XII evitó que la Ciudad fuera un campo de batalla.
Este es el cuadro sombrío de los hechos que recordamos hoy. Provocaron la muerte de cincuenta y cinco millones de personas, dejando divididos a los vencedores y una Europa para reconstruir.

Acordarse
2. Cincuenta años después, tenemos el deber de acordarnos ante de Dios de aquellos hechos dramáticos, para honrar a los muertos y compadecer a todos aquellos que este despliegue de crueldad hirió en el corazón y en el cuerpo, perdonando del todo las ofensas.
En mi solicitud pastoral por toda la Iglesia y preocupado por el bien de toda la humanidad, no podía dejar pasar este aniversario sin invitar a mis hermanos en el episcopado, a los sacerdotes y los fieles, así como a todos los hombres de buena voluntad, a una reflexión sobre el proceso que llevó este conflicto hasta los límites de lo inhumano y de la aflicción.
En efecto, tenemos el deber de sacar una lección de este pasado, para que jamás pueda repetirse el conjunto de causas capaz de desencadenar un conflicto semejante.
Ya sabemos por experiencia que la división arbitraria de las naciones, los desplazamientos forzosos de las poblaciones, el rearme sin límites, el uso incontrolable de armas sofisticadas, la violación de los derechos fundamentales de las personas y de los pueblos, la inobservancia de las reglas de conducta internacional, así como la imposición de ideologías totalitarias no pueden llevar más que a la destrucción de la humanidad.

Acción de la Santa Sede
3. El Papa Pío XII, desde su comienzo, el 2 de marzo de 1939, lanzó un llamamiento a la paz, que todos consideraban seriamente amenazada. Algunos días antes de desencadenarse las hostilidades, el 24 de agosto de 1939, el mismo Papa pronunció unas palabras premonitorias cuyo eco resuena todavía: «He aquí que vuelve a sonar una vez más una grave hora para la gran familia humana (...). El peligro es inminente, pero todavía hay tiempo. Nada se pierde con la paz. Todo puede perderse con la guerra[1].
Por desgracia, la advertencia de este gran Pontífice no fue escuchada absolutamente y llegó el desastre. La Santa Sede, no habiendo podido contribuir a evitar la guerra, intentó -en la medida de sus posibilidades- limitar su extensión. El Papa y sus colaboradores trabajaron en ello sin descanso, tanto a nivel diplomático como en el campo humanitario, evitando tomar partido en el conflicto que oponía a pueblos de ideologías y religiones diferentes. En este cometido, su preocupación fue también la de no agravar la situación y no comprometer la seguridad de las poblaciones sometidas a pruebas poco comunes. Escuchemos una vez más a Pío XII cuando, a propósito de lo que sucedía en Polonia, declaró: «Tendríamos que pronunciar palabras de fuego contra tales hechos y lo único que nos lo impide es saber que, si habláramos, haríamos todavía más difícil la situación de esos desdichados»[2].
Algunos meses después de la Conferencia de Yalta (4-11 de febrero de 1945) y recién acabada la guerra en Europa, el mismo Papa, dirigiéndose al Sacro Colegio Cardenalicio, el 2 de junio de 1945, no dejó de preocuparse sobre el futuro del mundo y abogar por la victoria del derecho: «Las naciones, las pequeñas y las medianas particularmente, piden que se les permita tomar las riendas de sus propios destinos. Se les puede llevar a contraer, con su pleno acuerdo y en el interés del progreso común, obligaciones que modifiquen sus derechos soberanos. Pero después de haber soportado su parte, su parte tan grande, de sacrificios para destruir el sistema de la violencia brutal, están ahora en condiciones de no aceptar que se les imponga un nuevo sistema político o cultural que la gr an mayoría de sus pueblos rechazan resueltamente (...). En el fondo de su conciencia los pueblos sienten que sus dirigentes se desacreditarían si, por el delirio de una hegemonía de la fuerza, no hicieran seguir la victoria del derecho»[3].

El hombre menospreciado
4. Esta «victoria del derecho» sigue siendo la mejor garantía del respeto de las personas. Ahora justamente, cuando se piensa en la historia de estos seis años terribles, uno no puede menos que horrorizarse por el menosprecio de que ha sido objeto el hombre.
A las ruinas materiales, a la aniquilación de los recursos agrícolas e industriales de los países asolados por los combates y las destrucciones que llegaron hasta el holocausto nuclear de dos ciudades japonesas, se añadieron masacres y miseria.
Pienso particularmente en el destino cruel ocasionado a las poblaciones de las grandes planicies del Este. Yo mismo fui testigo horrorizado de ello al lado del Arzobispo de Cracovia, Monseñor Adam Stefan Sapieha. Las exigencias inhumanas del invasor de entonces afectaron de manera brutal a los opositores y a los sospechosos, mientras que las mujeres, los niños y los ancianos fueron sometidos a constantes humillaciones.
No podemos olvidar el drama causado por el desplazamiento forzado de las poblaciones que fueron echadas por los caminos de Europa, expuestas a todos los peligros, en busca de un refugio y de medios para sobrevivir.
Debe hacerse una mención especial de los prisioneros de guerra que, aislados, ofendidos y humillados, pagaron también, después de las asperezas de los combates, otro pesado tributo. Hay que recordar, por fin, que la creación de gobiernos impuestos por los invasores en los Estados de la Europa central y oriental estuvo acompañada por medidas represivas y también por una multitud de ejecuciones para someter a las poblaciones reacias.

Las persecuciones contra los judíos
5. Pero de todas estas medidas antihumanas, una de ellas constituye para siempre una vergüenza para la humanidad: la barbarie planificada que se ensañó contra el pueblo judío.
Objeto de la «solución final», imaginada por una ideología aberrante, los judíos fueron sometidos a privaciones y brutalidades indescriptibles. Perseguidos primero con medidas vejatorias o discriminatorias, más tarde acabaron a millones en campos de exterminio.
Los judíos de Polonia, más que otros, vivieron este calvario: las imágenes del cerco de la judería d e Varsovia, como lo que se supo sobre los campos de Auschwitz, de Majdanek o de Treblinka superan en horror lo que humanamente se pueda imaginar.
Hay que recordar también que esta locura homicida se abatió sobre otros muchos grupos que tenían la culpa de ser «diferentes» o rebeldes a la tiranía del invasor.
Con ocasión de este doloroso aniversario, me dirijo una vez más a todos los hombres, invitándolos a superar sus prejuicios y a combatir todas las formas de racismo, aceptando reconocer en cada persona humana la dignidad fundamental y el bien que hay en la misma, a tomar cada vez mayor conciencia de pertenecer a una única familia humana querida y congregada por Dios.
Deseo repetir aquí con fuerza que la hostilidad o el odio hacia el judaísmo están en total contradicción con la visión cristiana de la dignidad de la persona humana.

Las pruebas de la Iglesia católica
6. El nuevo paganismo y los sistemas afines se ensañaban, ciertamente, contra los judíos, pero atentaban igualmente contra el cristianismo, cuyas enseñanzas habían formado el alma de Europa. A través del pueblo del cual «también procede Cristo según la carne» (Rm 9, 5), llega el mensaje evangélico sobre la igual dignidad de todos los hijos de Dios, que era menospreciada.
Mi predecesor, el Papa Pío XI, había sido claro en su encíclica «Mit brennender Sorge», al decir:
«Quien eleva la raza o el pueblo, el Estado o una forma determinada del mismo, los representantes del poder o de otros elementos fundamentales de la sociedad humana (...) como suprema norma de todo, aun de los valores religiosos, y los diviniza con culto idolátrico, pervierte y falsifica el orden creado y querido por Dios»[4].
Esta pretensión de la ideología del sistema nacionalsocialista no exceptuaba a las Iglesias y a la Iglesia católica en particular que, antes y durante el conflicto, conoció, también ella, su pasión. Su suerte no fue seguramente mejor en las regiones donde se impuso la ideología marxista del materialismo dialéctico.
No obstante, hemos de dar gracias a Dios por los numerosos testigos, conocidos y desconocidos, que -en aquellas horas de tribulación- tuvieron la valentía de profesar intrépidamente su fe, supieron levantarse contra la arbitrariedad atea y no se plegaron ante la fuerza.

Totalitarismo y religión
7. En el fondo, el paganismo nazi así como el dogma marxista tienen en común el ser ideologías totalitarias, con tendencia a trasformarse en religiones substitutivas.
Ya mucho antes de 1939, en algunos sectores de la cultura europea, aparecía una voluntad de borrar a Dios y su imagen del horizonte del hombre. Se empezaba a adoctrinar en este sentido a los niños, desde su más tierna edad.
La experiencia ha demostrado desgraciadamente que el hombre dejado al solo poder del hombre, mutilado de sus aspiraciones religiosas, se transforma rápidamente en un número o en un objeto. Por otra parte, ninguna época de la humanidad ha escapado al riesgo de que el hombre se encerrara en sí mismo, con una actitud de orgullosa suficiencia. Pero este riesgo se ha acentuado en este siglo en la medida en que la fuerza armada, la ciencia y la técnica han podido dar al hombre contemporáneo la ilusión de ser el único señor de la naturaleza y de la historia. Esta es la presunción que encontramos en la base de los excesos que deploramos.
El abismo moral en el que el desprecio de Dios, y también del hombre, ha precipitado al mundo hace cincuenta años nos ha llevado a experimentar el poder del «Príncipe de este mundo» (Jn 14, 30) que puede seducir las conciencias con la mentira, con el desprecio del hombre y del derecho, con el culto del poder y del dominio.
Hoy nos acordamos de todo esto y meditamos sobre los límites a los que puede llevar el abandono de toda referencia a Dios y de toda ley moral trascendente.

Respetar el derecho de los pueblos
8. Pero lo que es verdad para el hombre lo es también para los pueblos. Conmemorar los acontecimientos de 1939 es recordar además que el último conflicto mundial tuvo por causa la destrucción de los derechos de los pueblos así como de las personas. Lo recordaba ayer, al dirigirme a la Conferencia episcopal polaca.
¡No hay paz si los derechos de todos los pueblos -y particularmente de los más vulnerables- no son respetados! Todo el edificio del derecho internacional se basa sobre el principio del igual respeto, por parte de los Estados, del derecho a la autodeterminación de cada pueblo y de su libre cooperación en vista del bien común superior de la humanidad.
Hoy es esencial que situaciones como la de Polonia de 1939, asolada y dividida según las preferencias de invasores sin escrúpulos, no vuelvan a producirse más. No se puede evitar, a este respecto, pensar en los países que todavía no han obtenido su plena independencia, así como en aquellos que corren el riesgo de perderla. En este contexto y en estos días hay que recordar el caso del Líbano, donde fuerzas aliadas, siguiendo sus propios intereses, no dudan en poner en peligro la existencia misma de una nación.
No olvidemos que la Organización de las Naciones Unidas nació, después del segundo conflicto mundial, como un instrumento de diálogo y de paz, fundado sobre el respeto de la igualdad de los derechos de los pueblos.

El desarme
9. Pero una de las condiciones esenciales para «vivir unidos» es el desarme.
Las terribles pruebas sufridas por los combatientes y las poblaciones civiles, durante el segundo conflicto mundial, deben apremiar a los responsables de las naciones a procurar que se pueda llegar sin tardar a la elaboración de procesos de cooperación, de control y de desarme que hagan impensable la guerra. ¿Quién osaría justificar todavía el uso de las armas más crueles, que matan a los hombres y destruyen sus obras, para resolver las discrepancias entre Estados? Como ya tuve ocasión de decir «la guerra es en sí irracional y [...] el principio ético de la solución pacífica de los conflictos es la única vía digna del hombre»[5].
Por esto hemos de aceptar favorablemente las negociaciones en curso para el desarme nuclear y convencional, así como la total prohibición de armas químicas y otras. La Santa Sede ha declarado repetidas veces que considera necesario que las partes lleguen por lo menos a un nivel mínimo de armamento, compatible con sus exigencias de seguridad y defensa.
Estos pasos prometedores no tendrán, sin embargo, posibilidad de éxito si no están apoyados y acompañados por una voluntad de intensificar igualmente la cooperación en otros campos, especialmente los económicos y culturales. La última reunión de la Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa, celebrada recientemente en París sobre el tema de la «dimensión humana», ha registrado el deseo, expresado por países de las dos partes de Europa, de ver instaurado en todas partes el régimen del Estado de derecho. Esta forma de Estado se muestra, efectivamente, como la mejor garantía de los derechos de la persona, incluidos el derecho a la libertad religiosa, cuyo respeto es un factor insustituible de paz social e internacional.

Educar a las jóvenes generaciones
10. Aleccionados por los errores y las desviaciones del pasado, los Europeos de hoy tienen ya el deber de transmitir a las jóvenes generaciones un estilo de vida y una cultura inspiradas por la solidaridad y la estima del prójimo. A este respecto, el Cristianismo, que ha forjado tan profundamente los valores espirituales de este Continente, debería ser una fuente de inspiración constante: su doctrina sobre la persona, creada a imagen de Dios, ha de contribuir al nacimiento de un humanismo renovado.
En el inevitable debate social, en que se enfrentan concepciones distintas de la sociedad, los adultos deben darse ejemplo de respeto recíproco, sabiendo reconocer siempre la parte de verdad que hay en el otro.
En un Continente de tantos contrastes, es necesario que las personas, las etnias y los países de cultura, creencia o sistema social diferentes, aprendan a aceptarse mutuamente.
Los educadores y los medios de comunicación social juegan a este respecto un pape l primordial. Desgraciadamente, hemos de constatar que la educación sobre la dignidad de la persona, creada a imagen de Dios, no está ciertamente favorecida por los espectáculos de violencia o depravación difundidos muy a menudo por dichos medios de comunicación social: las jóvenes conciencias en formación son desorientadas y el sentido moral de los adultos queda embotado.

Moralizar la vida pública
11. La vida pública, ciertamente, no puede prescindir de los criterios éticos. La paz se consigue ante todo en el terreno de los valores humanos, vividos y transmitidos por los ciudadanos y los pueblos. Cuando se disgrega el tejido moral de una nación hay que temer cualquier cosa.
La memoria vigilante del pasado debería conseguir que nuestros contemporáneos estuvieran atentos a los abusos si empre posibles en el uso de la libertad, que la generación de esta época ha conquistado a costa de tantos sacrificios. El frágil equilibrio de la paz podría verse comprometido si en las conciencias se despertaran males como el odio racial, el menosprecio de los extranjeros, la segregación de los enfermos o de los ancianos, la exclusión de los pobres, el recurso a la violencia privada y colectiva.
A los ciudadanos les toca saber distinguir entre las proposiciones políticas que se inspiran en la razón y en los valores morales. A los Estados corresponde velar para que se eviten las causas de exasperación o de impaciencia de tal o cual grupo desfavorecido de la sociedad.

Llamamiento a Europa
12. A vosotros, hombres de Estado y responsables de las naciones, os repito una vez más mi profunda convicción de que el respeto de Dios y el respeto del hombre son inseparables. Constituyen el principio absoluto que permitirá a los Estados y a los Bloques políticos superar sus antagonismos.
No podemos olvidar, en particular, a Europa donde ha surgido este terrible conflicto y que, durante seis años, ha vivido una verdadera «pasión» que la ha arruinado y dejado desamparada. Desde 1945 somos testigos y operadores de loables esfuerzos encaminados a su reconstrucción material y espiritual.
Ayer, este Continente exportó la guerra: hoy, le toca ser «artesano de paz». Confío en que el mensaje de humanismo y de liberación, herencia de su historia cristiana, pueda fecundar todavía a sus pueblos y siga resplandeciendo en el mundo.
¡Sí, Europa, todos te miran, conscientes de que siempre tienes algo que decir, después del naufragio de aquellos años de fuego: la verdadera civilización no está en la fuerza, sino que es fruto de la victoria sobre nosotros mismos, sobre las potencias de la injusticia, del egoísmo y del odio, que pueden llegar a desfigurar al hombre!

Exhortación a los católicos
13. Al concluir, deseo dirigirme muy particularmente a los pastores y a los fieles de la Iglesia católica.
Acabamos de recordar una de las guerras más sangrientas de la historia, nacida en un Continente de tradición cristiana.
Esta constatación debe estimularnos a un examen de conciencia para ver cómo es la evangelización de Europa. El hundimiento de los valores cristianos, que favoreció los errores de ayer, tiene que hacernos estar atentos sobre la manera en que hoy se anuncia y se vive el Evangelio.
Observamos, por desgracia, que en muchos campos de su existencia el hombre moderno piensa, vive y trabaja como si Dios no existiera. Ahí está el mismo peligro que ayer: el hombre dejado en poder del hombre.
Mientras Europa se prepara para recibir un nuevo semblante, ya que ha habido un desarrollo positivo en algunos países de su parte central y oriental, y los responsables de las naciones colaboran cada vez más para la solución de los grandes problemas de la humanidad, Dios llama a su Iglesia a dar su propia contribución para la llegada de un mundo más fraterno.
Junto con las otras Iglesias cristianas, a pesar de nuestra unidad imperfecta, queremos repetir a la humanidad de hoy que el hombre no es auténtico si no se acepta ante Dios como criatura; que el hombre no es consciente de su dignidad si no reconoce en sí mismo y en los demás la señal de Dios que lo ha creado a su imagen; que no es grande sino en la medida en que su vida es una respuesta al amor de Dios y se pone al servicio de sus hermanos.
Dios no desconfía del hombre. Cristianos, tampoco nosotros podemos desconfiar del hombre, porque sabemos que es siempre más grande que sus errores o sus faltas.
Al recordar la bienaventuranza pronunciada en otro tiempo por el Señor: ¡«Bienaventurados los que trabajan por la paz»! (Mt 5, 9), queremos invitar a todos los hombres a perdonar y a ponerse al servicio los unos de los otros, por Aquel que, en su carne, una vez ha dado en sí mismo «muerte a la Enemistad» (Ef 2, 16).
A María, Reina de la Paz, confío a esta humanidad, encomendando a su materna intercesión la historia de la que somos actores.
¡Para que el mund o no conozca nunca más la inhumanidad y la barbarie que lo ha asolado hace cincuenta años, anunciamos sin cansarnos a «nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación» (Rm 5, 11), prenda de la reconciliación de todos los hombres entre sí!
¡Que su Paz y su Bendición estén con todos vosotros!

Notas
[1] Radiomensaje, 24 de agosto de 1939: AAS 31 (1939), pp. 333-334.
[2] Actes et Documents du Saint Siège à la seconde guerre mondiale, Librería Edittrice Vatiicana, 1970, vol. 1, p. 455.
[3] AAS 37 (1945), p. 166.
[4] 14 de marzo de 1937: AAS 29 (1937), pp. 149 y 171.
[5] Mensaje para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz, 8 de diciembre de 1983, n. 4: AA S 76 (1984), p. 295.
[Copyright © Libreria Editrice Vaticana]

martes, 18 de agosto de 2009

Misa Dominical


¿POR QUÉ IR A MISA LOS DOMINGOS?

Porque “sin la Eucaristía no se puede vivir”. Benedicto XVI explica un ejemplo de 49 cristianos en Africa, en el año 304, que pagaron con su vida por asistir a la Misa Dominical.

El emperador Diocleciano prohibió a los cristianos, so pena de muerte, poseer las Escrituras, reunirse el domingo para celebrar la Eucaristía y construir lugares para sus asambleas.

En Abitene, pequeña localidad en lo que hoy es Túnez, en un domingo se sorprendió a 49 cristianos que, reunidos en la casa de Octavio Félix, celebraban la Eucaristía, desafiando las prohibiciones imperiales.

Arrestados, fueron llevados a Cartago para ser interrogados por el procónsul Anulino.

En particular, fue significativa la respuesta que ofreció Emérito al procónsul, tras preguntarle por qué habían violado la orden del emperador. Le dijo:

-«Sine dominico non possumus», sin reunirnos en asamblea el domingo para celebrar la Eucaristía no podemos vivir. Nos faltarían las fuerzas para afrontar las dificultades cotidianas y no sucumbir.

Después de atroces torturas, los 49 mártires de Abitene fueron asesinados. Confirmaron así, con el derramamiento de sangre, su fe. Murieron, pero vencieron: nosotros les recordamos ahora en la gloria de Cristo resucitado.

Enseñanza que podríamos sacar:
Así son los verdaderos cristianos de todos los tiempos. También los del siglo XXI y como habrán de ser los del siglo XXI, si aún no ha sido el juicio final.
Es evidente que no fueron a Misa por cumplir, sino por Amor a una petición del Hijo de Dios, del Dominus (Señor).
Más que una obligación, tenemos necesidad de este Pan para afrontar los esfuerzos y cansancios del viaje. El domingo, día del Señor, es la ocasión propicia para sacar fuerza de Él, que es el Señor de la vida. Aquí encontramos la energía necesaria para el camino de la felicidad auténtica.

jueves, 13 de agosto de 2009

Carta del Prelado de Agosto 2009


En esta ocasión desde México. Las fiestas marianas del mes de agosto sirven a Mons. Echevarría para invitarnos a imitar la vida ordinaria y cercana a Cristo de la Madre de Dios.

04 de agosto de 2009

Queridísimos: ¡que Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!Assumpta est Maria in cælum, gaudet exercitus angelorum[1]; María ha sido llevada al cielo, en cuerpo y alma, y los ángeles participan de ese gozo. También todos los cristianos nos llenamos de alegría, porque la Virgen vive eternamente en la plenitud de Dios, contempla y ama a la Trinidad Santísima en la gloria del Cielo.Al acercarse la solemnidad del 15 de agosto, Asunción de Nuestra Señora, deseo recordaros que esta gran festividad nos impulsa a elevar la mirada hacia el cielo. No un cielo hecho de ideas abstractas, ni tampoco un cielo imaginario creado por el arte, sino el cielo de la verdadera realidad, que es Dios mismo: Dios es el cielo. Y Él es nuestra meta, la meta y la morada eterna, de la que provenimos y a la que tendemos (...). Es una ocasión para ascender con María a las alturas del espíritu, donde se respira el aire puro de la vida sobrenatural y se contempla la belleza más auténtica, la de la santidad[2]. ¿Cómo y con qué asiduidad recurrimos a la Virgen para proceder siempre y en todo con sentido sobrenatural? ¿Pedimos a nuestra Madre que crezca en nuestras almas el espíritu contemplativo?Las palabras de Benedicto XVI, que acabo de citar, son una eficaz introducción al misterio de fe que nos disponemos a saborear una vez más. Como escribió San Josemaría, misterio de amor es éste. La razón humana no alcanza a comprender. Sólo la fe acierta a ilustrar cómo una criatura haya sido elevada a dignidad tan grande, hasta ser el centro amoroso en el que convergen las complacencias de la Trinidad. Sabemos que es un divino secreto. Pero, tratándose de Nuestra Madre, nos sentimos inclinados a entender más —si es posible hablar así— que en otras verdades de fe[3]. Acudamos a nuestro Padre, que contempla cara a cara a Dios, a la Santísima Humanidad de Jesucristo, a la Virgen, a los ángeles y a los demás santos, con el ruego expreso de que nos obtenga luz del Señor para ahondar en esta verdad de fe y de este modo amar más y admirar más a Santa María.Os sugiero, en primer lugar, que miremos a fondo la respuesta cotidiana de la Virgen, que nos detengamos —en la meditación personal— en los pasajes de la Sagrada Escritura que nos hablan de Ella: aunque se trata de un número reducido, en esos textos se contienen ya todas las magnalia, las grandezas de lo que el Espíritu Santo ha querido revelarnos acerca de la Madre de Dios y Madre nuestra: una riqueza inmensa, que toca a cada uno de nosotros descubrir, guiados siempre por el Magisterio de la Iglesia. Os aconsejo que repaséis también algún tratado de mariología y que os esforcéis por ahondar —mediante una lectura meditada y profunda— en las cosas inefables que cumplió en la Virgen el Todopoderoso, cuyo nombre es Santo[4]. El cántico del Magnificat, que brotó de los labios y del corazón de María inspirada por el Espíritu Santo, se nos muestra como la mejor escuela para conocer, tratar e imitar a nuestra Madre: es un retrato, un verdadero icono de María, en el que podemos verla tal cual es[5].Fijémonos, de manera especial, en su vida de oración. Así la descubrimos al contemplar el primer misterio gozoso del Rosario. La Señora del dulce nombre, María, está recogida en oración. Tú eres, en aquella casa, lo que quieras ser: un amigo, un criado, un curioso, un vecino...[6]. Metámonos perseverantemente en esta escena para acoger con seriedad la invitación de nuestro Padre. Empeñémonos en encontrar —cada uno, cada una— nuestro sitio, al repasar diariamente ese acontecimiento clave de la historia de nuestra salvación, y también en el rezo del Ángelus y del Rosario. Podemos pensar en la Virgen, que se mantiene constantemente en conversación con Dios, y así se halla cuando el Arcángel le transmite la divina embajada. Lo mismo sucede en el segundo misterio luminoso: la confiada súplica que la Virgen expone con su comentario en las bodas de Caná, obtiene que Jesús realice su primer milagro, anticipando en cierto modo su hora, y que los primeros seguidores de su Hijo reciban el don de la fe, como anota el Evangelio en pocas palabras: sus discípulos creyeron en Él[7].Precisamente San Juan, el discípulo amado, nos transmite este dato. Nos revela que la Santísima Virgen, que hasta ese momento había cuidado a su Hijo durante los años de vida oculta en Nazaret, ha sido llamada a continuar colaborando directamente en el misterio de la Redención. Este designio divino se insinúa en la respuesta de Cristo a la súplica de su Madre: Mujer, ¿qué nos importa a ti y a mí? Todavía no ha llegado mi hora[8]. El Señor se refiere al sacrificio de la Cruz. Cuando se presente ese momento, querrá —con lógica sobrenatural y humana— que su Madre se halle junto a Él, como nueva Eva, para cooperar en la restauración de la vida sobrenatural de las almas. Lo relata también San Juan: estaban junto a la cruz de Jesús su madre y la hermana de su Madre, María de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su Madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, dijo a su madre: "Mujer, aquí tienes a tu hijo". Después dice al discípulo: "Aquí tienes a tu Madre". Y desde aquel momento el discípulo la recibió en su casa[9].Os recordaba, con palabras del Papa, que la solemnidad de la Asunción nos invita a elevar los ojos al Cielo, la morada definitiva a la que nos dirigimos, pero sin olvidar —otra enseñanza de María— que, antes de ser trasladada en cuerpo y alma a la gloria, la Virgen acompañó de cerca a Cristo en su Pasión y Muerte redentoras. La nueva Eva siguió al nuevo Adán en el sufrimiento, en la pasión, así como en el gozo definitivo. Cristo es la primicia, pero su carne resucitada es inseparable de la de su Madre terrena. María, y en Ella toda la humanidad, está implicada en la Asunción hacia Dios, y con Ella toda la creación (...). Nacen así los nuevos cielos y la nueva tierra, en la que ya no habrá ni llanto ni lamento, porque ya no existirá la muerte (cfr. Ap 21, 1-4)[10].La colaboración de la Virgen en el Sacrificio de la Cruz fue única; por eso la Iglesia la honra «con los títulos de Abogada, Auxilio, Socorro, Mediadora», sin que esto «reste ni añada nada a la dignidad y eficacia de Cristo, único Mediador»[11]. En esta cooperación estrechísima a la obra de la Redención se sustenta también el título de Mujer eucarística, con el que Juan Pablo II la llamó en su última encíclica. La Sagrada Eucaristía es la actualización sacramental del sacrificio de la Cruz, pues lo que se realizó en el Calvario se hace presente en la Santa Misa. Y no cabe pasar por alto que, en el Gólgota, el Señor manifestó a la Virgen su nueva maternidad. «Las palabras de Jesús —apunta Juan Pablo II— asumen su significado más auténtico en el marco de la misión salvífica. Pronunciadas en el momento del sacrificio redentor, esa circunstancia les confiere su valor más alto. En efecto, el evangelista, después de las expresiones de Jesús a su Madre, añade un inciso significativo: "Sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido" (Jn 19, 28), como si quisiera subrayar que había culminado su sacrificio al encomendar su Madre a Juan y, en él, a todos los hombres, de los que Ella se convierte en Madre en la obra de la salvación»[12].En cada Santa Misa, la Virgen se halla misteriosamente presente junto al altar donde se actualiza de modo incruento el Sacrificio de la Cruz. En ese insondable misterio —escribió nuestro Padre— se advierte, como entre velos, el rostro purísimo de María: Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, Esposa de Dios Espíritu Santo[13]. Ésta es la firme convicción de la Iglesia, expresada en una de las oraciones que la liturgia recomienda a los sacerdotes para disponerse mejor a la celebración del Santo Sacrificio: Oh Madre de piedad y misericordia, Santísima Virgen María (...), acudo a tu piedad para que, así como estuviste junto a tu dulcísimo Hijo clavado en la Cruz, también estés junto a mí, miserable pecador, y junto a todos los fieles que aquí y en toda la Santa Iglesia vamos a participar de aquel divino sacrificio[14]. ¿Acudes filialmente a Ella, en cada jornada, antes de celebrar o de participar en la Santa Misa?La Virgen Santísima, desde Belén hasta el Gólgota, supo mostrar a Cristo, conducir a Cristo, a los discípulos —hombres y mujeres— de su Hijo: si Juan, María Magdalena, Salomé y las demás mujeres —como nos detalla el Evangelio— perseveraron firmes junto a la Cruz de Jesús y fueron luego testigos de su resurrección, se debió a que no se apartaron de María en aquellas horas; a que la acogieron en su casa —en todo el espacio de su caminar espiritual— desde el momento inefable en que Cristo los confió a su Madre en el Calvario.Hijas e hijos míos: la que es toda de Dios, Mujer eucarística y Maestra de oración, quiere que la tratemos, que le pidamos que nos enseñe a enamorarnos de Jesucristo con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, para responderle con entera fidelidad en los diferentes momentos y circunstancias. Un gran misterio de amor se nos propone en la fiesta de la Asunción de la Virgen: Cristo venció la muerte con la omnipotencia de su amor. Sólo el amor es omnipotente. Ese amor impulsó a Cristo a morir por nosotros y así a vencer a la muerte. Sí, ¡sólo el amor hace entrar en el reino de la vida! Y María entró detrás de su Hijo, asociada a su gloria, después de haber sido asociada a su pasión. Entró allí con ímpetu incontenible, manteniendo abierto tras de sí el camino a todos nosotros. Por eso hoy la invocamos: "Puerta del Cielo", "Reina de los ángeles" y "Refugio de los pecadores"[15].Desgranemos piadosamente las letanías y las demás oraciones marianas —el Avemaría, la Salve, el Rosario y las jaculatorias que el cariño filial nos sugiera— con esmerada devoción y piedad de hijos, porque María, Virgen sin mancilla, reparó la caída de Eva: y ha pisado, con su planta inmaculada, la cabeza del dragón infernal[16]. Unidos a ese gran enamorado de la Virgen, que fue y es nuestro Padre, admiremos más cómo el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo la coronan como Emperatriz que es del Universo.Y le rinden pleitesía de vasallos los Ángeles..., y los patriarcas y los profetas y los Apóstoles..., y los mártires y los confesores y las vírgenes y todos los santos..., y todos los pecadores y tú y yo[17]. ¿Nos comportamos nosotros así?En las cartas y documentos de familia, San Josemaría solía firmar con el nombre Mariano. Entremos, pues, en la escuela de Mariano, imitando a nuestro Padre en su tierna devoción a la Santísima Virgen, como hijos pequeños que en todo momento se saben necesitados de los cuidados de su Madre.Santa María, además, se ha mostrado siempre Madre del Opus Dei, desde su nacimiento, y la Obra se ha desarrollado al amparo de su manto: nos ha precedido, acompañado y seguido en todos los pasos de nuestra historia familiar y de nuestro peregrinar personal. En el mes de agosto recordamos algunos de esos momentos: la Consagración de la Obra al Corazón dulcísimo de la Virgen, en Loreto, el 15 de agosto de 1951, que renovamos anualmente; la invitación a acudir a la misericordia divina por medio del Trono de la gloria, que es María, el 23 de agosto de 1971... Y tantas otras intervenciones de la Reina de cielos y tierra que ahora no resulta posible enumerar.En estos días me encuentro en México, adonde he acudido para participar en la dedicación de la iglesia construida en honor de San Josemaría, en el Distrito Federal. Con cada una y con cada uno doy también gracias a Dios, porque esta circunstancia me ha permitido rezar ante la Virgen de Guadalupe en la Villa, con el recuerdo de los pasos de nuestro Padre en 1970. Algunas de las intenciones que entonces llenaban el corazón de nuestro Fundador se mantienen plenamente actuales; otras ya se cumplieron, gracias a la intercesión de nuestra Madre. He acudido, insisto, en nombre de todas y de todos —los que ahora estamos en la Obra y los que llegarán en el transcurso de los siglos—, para rogar por la Iglesia, por el Papa y sus colaboradores, por los Obispos y sacerdotes del mundo entero —especialmente en este Año sacerdotal—, por el Opus Dei y todo el pueblo cristiano; por nuestro personal enamoramiento cotidiano de Jesucristo. Conservo muy presente en mi memoria aquella locución que tanto removió a nuestro Padre, y que nos relató enseguida con una conmoción visible, en agosto de 1970; le vimos muy urgido a comportarse como perseverante rezador. El Señor imprimió en su alma aquellas palabras —clama, ne cesses![18] — que deseo que incorporemos a nuestra piedad y a nuestro quehacer.Acompañadme en mis peticiones, especialmente el 15 de agosto, cuando renovemos la consagración al Corazón dulcísimo de Nuestra Señora. Y repasemos con hondura esta recomendación de San Josemaría: "Adeamus cum fiducia ad thronum gloriæ, ut misericordiam consequamur" (cfr. Hb 4, 16). Que lo tengáis muy en cuenta en estos momentos y también después. Yo diría que es un querer de Dios: que metamos nuestra vida interior personal dentro de esas palabras que os acabo de decir. A veces las escucharéis sin ruido ninguno, en la intimidad de vuestra alma, cuando menos lo esperéis."Adeamus cum fiducia": id —repito— con confianza al Corazón Dulcísimo de María, que es Madre nuestra y Madre de Jesús. Y con Ella, que es Medianera de todas la gracias, al Corazón Sacratísimo y Misericordioso de Jesucristo. Con confianza también, y ofreciéndole reparación por tantas ofensas. Que nunca os falte una palabra de cariño: cuando trabajáis, cuando rezáis, cuando descansáis, y también con ocasión de las actividades que parecen menos importantes: cuando os divertís, cuando contáis una anécdota, cuando hacéis un rato de deporte...: con toda vuestra vida, en una palabra. Poned un fundamento sobrenatural en todo, y un trato de intimidad con Dios[19].
Con todo cariño, os bendice vuestro Padre
+ Javier
México, 1 de agosto de 2009.
[1] Misal Romano, Asunción de Nuestra Señora, Aclamación antes del Evangelio.
[2] Benedicto XVI, Homilía en la solemnidad de la Asunción, 15-VIII-2008.
[3] San Josemaría, Es Cristo que pasa, n. 171.
[4] Lc 1, 49.
[5] Benedicto XVI, Homilía en la solemnidad de la Asunción, 15-VIII-2005.
[6] San Josemaría, Santo Rosario, primer misterio gozoso.
[7] Jn 2, 11.
[8] Ibid., 4.
[9] Jn 19, 25-27.
[10] Benedicto XVI, Homilía en la solemnidad de la Asunción, 15-VIII-2008.
[11] Concilio Vaticano II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 62.
[12] Juan Pablo II, Discurso en la audiencia general, 23-IV-1997.
[13] San Josemaría, La Virgen del Pilar, artículo publicado en el "Libro de Aragón", Zaragoza 1976.
[14] Misal Romano, Oraciones de preparación para la Santa Misa.
[15] Benedicto XVI, Homilía en la solemnidad de la Asunción, 15-VIII-2008.
[16] San Josemaría, Santo Rosario, quinto misterio glorioso.
[17] Ibid.
[18] Is 58, 1.
[19] San Josemaría, Apuntes tomados en una tertulia, 9-IX-1971.