miércoles, 31 de marzo de 2010

Décima Estación

X ESTACIÓN: DESPOJAN A JESÚS DE SUS VESTIDURAS
(San Josemaría)


Al llegar el Señor al Calvario, le dan a beber un poco de vino mezclado con hiel, como un narcótico, que disminuya en algo el dolor de la crucifixión. Pero Jesús, habiéndolo gustado para agradecer ese piadoso servicio, no ha querido beberlo (cfr. Mt XXVII,34). Se entrega a la muerte con la plena libertad del amor.
Luego, los soldados despojan a Cristo de sus vestidos.
Desde la planta de los pies hasta la cabeza, no hay en él nada sano. Heridas, hinchazones, llagas podridas, ni curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite (Is I,6).
Los verdugos toman sus vestidos y los dividen en cuatro partes. Pero la túnica es sin costura, por lo que dicen:
-No la dividamos; mas echemos suertes para ver de quién será (Ioh XIX,24).
De este modo se ha vuelto a cumplir la Escritura: partieron entre sí mis vestidos y sortearon mi túnica (Ps XXI,19).
Es el expolio, el despojo, la pobreza más absoluta. Nada ha quedado al Señor, sino un madero.
Para llegar a Dios, Cristo es el camino; pero Cristo está en la Cruz, y para subir a la Cruz hay que tener el corazón libre, desasido de las cosas de la tierra.


Puntos de meditación
(X Estación)


X.1 Del pretorio al Calvario han llovido sobre Jesús los insultos de la plebe enloquecida, el rigor de los soldados, las burlas del sanedrín... Escarnios y blasfemias... Ni una queja, ni una palabra de protesta. Tampoco cuando, sin contemplaciones, arrancan de su piel los vestidos.
Aquí veo la insensatez mía de excusarme, y de tantas palabras vanas. Propósito firme: trabajar y sufrir por mi Señor, en silencio.

X.2 El cuerpo llagado de Jesús es verdaderamente un retablo de dolores...
Por contraste, vienen a la memoria tanta comodidad, tanto capricho, tanta dejadez, tanta cicatería... Y esa falsa compasión con que trato mi carne.
¡Señor!, por tu Pasión y por tu Cruz, dame fuerza para vivir la mortificación de los sentidos y arrancar todo lo que me aparte de Ti.

X.3 A ti que desmoralizas, te repetiré una cosa muy consoladora: al que hace lo que puede, Dios no le niega su gracia. Nuestro Señor es Padre, y si un hijo le dice en la quietud de su corazón: Padre mío del Cielo, aquí estoy yo, ayúdame... Si acude a la Madre de Dios, que es Madre nuestra, sale adelante.
Pero Dios es exigente. Pide amor de verdad; no quiere traidores. Hay que ser fieles a esa pelea sobrenatural, que es ser feliz en la tierra a fuerza de sacrificio.

X.4 Los verdaderos obstáculos que te separan de Cristo -la soberbia, la sensualidad...-, se superan con oración y penitencia. Y rezar y mortificarse es también ocuparse de los demás y olvidarse de sí mismo. Si vives así, verás cómo la mayor parte de los contratiempos que tienes, desaparecen.

X.5 Cuando luchamos por ser verdaderamente ipse Christus, el mismo Cristo, entonces en la propia vida se entrelaza lo humano con lo divino. Todos nuestros esfuerzos -aun los más insignificantes- adquieren un alcance eterno, porque van unidos al sacrificio de Jesús en la Cruz.

martes, 30 de marzo de 2010

Novena Estación

IX ESTACIÓN: JESÚS CAE POR TERCERA VEZ
(San Josemaría)



El Señor cae por tercera vez, en la ladera del Calvario, cuando quedan sólo cuarenta o cincuenta pasos para llegar a la cumbre. Jesús no se sostiene en pie: le faltan las fuerzas, y yace agotado en tierra.
Se entregó porque quiso; maltratado, no abrió boca, como cordero llevado al matadero, como oveja muda ante los trasquiladores (Is LIII,7).
Todos contra El...: los de la ciudad y los extranjeros, y los fariseos y los soldados y los príncipes de los sacerdotes... Todos verdugos. Su Madre -mi Madre-, María, llora.
¡Jesús cumple la voluntad de su Padre! Pobre: desnudo. Generoso: ¿qué le falta por entregar? Dilexit me, et tradidit semetipsum pro me (Gal II,20), me amó y se entregó hasta la muerte por mí.
¡Dios mío!, que odie el pecado, y me una a Ti, abrazándome a la Santa Cruz, para cumplir a mi vez tu Voluntad amabilísima..., desnudo de todo afecto terreno, sin más miras que tu gloria..., generosamente, no reservándome nada, ofreciéndome contigo en perfecto holocausto.



Puntos de meditación
(IX Estación)


IX.1 Ya no puede el Señor levantarse: tan gravoso es el peso de nuestra miseria. Como un saco lo llevan hasta el patíbulo. El deja hacer, en silencio.
Humildad de Jesús. Anonadamiento de Dios que nos levanta y ensalza. ¿Entiendes ahora por qué te aconsejé que pusieras tu corazón en el suelo para que los demás pisen blando?

IX.2 ¡Cuánto cuesta llegar hasta el Calvario!
Tú también has de vencerte para no abandonar el camino... Esa pelea es una maravilla, una auténtica muestra del amor de Dios, que nos quiere fuertes, porque virtus in infirmitate perficitur (2 Cor XII,9), la virtud se fortalece en la debilidad.
El Señor sabe que, cuando nos sentimos flojos, nos acercamos a El, rezamos mejor, nos mortificamos más, intensificamos el amor al prójimo. Así nos hacemos santos.
Da muchas gracias a Dios porque permite que haya tentaciones,... y porque luchas.

IX.3 ¿Quieres acompañar de cerca, muy de cerca, a Jesús?... Abre el Santo Evangelio y lee la Pasión del Señor. Pero leer sólo, no: vivir. La diferencia es grande. Leer es recordar una cosa que pasó; vivir es hallarse presente en un acontecimiento que está sucediendo ahora mismo, ser uno más en aquellas escenas.
Entonces, deja que tu corazón se expansione, que se ponga junto al Señor. Y cuando notes que se escapa -que eres cobarde, como los otros-, pide perdón por tus cobardías y las mías.

IX.4 Parece que el mundo se te viene encima. A tu alrededor no se vislumbra una salida. Imposible, esta vez, superar las dificultades.
Pero, ¿me has vuelto a olvidar que Dios es tu Padre?: omnipotente, infinitamente sabio, misericordioso. El no puede enviarte nada malo. Eso que te preocupa, te conviene, aunque los ojos tuyos de carne estén ahora ciegos.
Omnia in bonum! ¡Señor, que otra vez y siempre se cumpla tu sapientísima Voluntad!

IX.5 Ahora comprendes cuánto has hecho sufrir a Jesús, y te llenas de dolor: ¡qué sencillo pedirle perdón, y llorar tus traiciones pasadas! ¡No te caben en el pecho las ansias de reparar!
Bien. Pero no olvides que el espíritu de penitencia está principalmente en cumplir, cueste lo que cueste, el deber de cada instante.

lunes, 29 de marzo de 2010

Octava Estación

VIII ESTACIÓN: JESÚS CONSUELA A LAS HIJAS DE JERUSALÉN
(San Josemaría)


Entre las gentes que contemplan el paso del Señor, hay unas cuantas mujeres que no pueden contener su compasión y prorrumpen en lágrimas, recordando acaso aquellas jornadas gloriosas de Jesucristo, cuando todos exclamaban maravillados: bene omnia fecit (Mc VII,37), todo lo ha hecho bien.
Pero el Señor quiere enderezar ese llanto hacia un motivo más sobrenatural, y las invita a llorar por los pecados, que son la causa de la Pasión y que atraerán el rigor de la justicia divina:
-Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos... Pues si al árbol verde le tratan de esta manera, ¿en el seco qué se hará? (Lc XXIII,28,31).
Tus pecados, los míos, los de todos los hombres, se ponen en pie. Todo el mal que hemos hecho y el bien que hemos dejado de hacer. El panorama desolador de los delitos e infamias sin cuento, que habríamos cometido, si El, Jesús, no nos hubiera confortado con la luz de su mirada amabilísima.
¡Qué poco es una vida para reparar!


Puntos de meditación
(VIII Estación)



VIII.1 Los santos -me dices- estallaban en lágrimas de dolor al pensar en la Pasión de Nuestro Señor. Yo, en cambio...
Quizá es que tú y yo presenciamos las escenas, pero no las "vivimos".

VIII.2 Vino a su propia casa y los suyos no le recibieron (Ioh I,11). Más aún, lo arrastran fuera de la ciudad para crucificarle.
Jesús responde con una invitación al arrepentimiento, ahora, cuando el alma está en camino y todavía es tiempo.
Contrición profunda por nuestros pecados. Dolor por la malicia inagotable de los hombres que se apresta a dar muerte al Señor. Reparación por los que todavía se obstinan en hacer estéril el sacrificio de Cristo en la Cruz.

VIII.3 Hay que unir, hay que comprender, hay que disculpar.
No levantes jamás una cruz sólo para recordar que unos han matado a otros. Sería el estandarte del diablo.
La Cruz de Cristo es callar, perdonar y rezar por unos y por otros, para que todos alcancen la paz.

VIII.4 El Maestro pasa, una y otra vez, muy cerca de nosotros. Nos mira... Y si le miras, si le escuchas, si no le rechazas, El te enseñará cómo dar sentido sobrenatural a todas tus acciones... Y entonces tú también sembrarás, donde te encuentres, consuelo y paz y alegría.

VIII.5 Por mucho que ames, nunca querrás bastante.
El corazón humano tiene un coeficiente de dilatación enorme. Cuando ama, se ensancha en un crescendo de cariño que supera todas las barreras.
Si amas al Señor, no habrá criatura que no encuentre sitio en tu corazón.

domingo, 28 de marzo de 2010

Séptima Estación

VII ESTACIÓN: CAE JESÚS POR SEGUNDA VEZ
(San Josemaría)



Ya fuera de la muralla, el cuerpo de Jesús vuelve a abatirse a causa de la flaqueza, cayendo por segunda vez, entre el griterío de la muchedumbre y los empellones de los soldados.
La debilidad del cuerpo y la amargura del alma han hecho que Jesús caiga de nuevo. Todos los pecados de los hombres -los míos también- pesan sobre su Humanidad Santísima.
Fue él quien tomó sobre sí nuestras enfermedades y cargó con nuestros dolores, y nosotros le tuvimos por castigado, herido de Dios y humillado. Fue traspasado por nuestras iniquidades y molido por nuestros pecados. El castigo de nuestra salvación pesó sobre él, y en sus llagas hemos sido curados (Is LIII,4-5).
Desfallece Jesús, pero su caída nos levanta, su muerte nos resucita.
A nuestra reincidencia en el mal, responde Jesús con su insistencia en redimirnos, con abundancia de perdón. Y, para que nadie desespere, vuelve a alzarse fatigosamente abrazado a la Cruz.
Que los tropiezos y derrotas no nos aparten ya más de El. Como el niño débil se arroja compungido en los brazos recios de su padre, tú y yo nos asiremos al yugo de Jesús. Sólo esa contrición y esa humildad transformarán nuestra flaqueza humana en fortaleza divina.



Puntos de meditación
(VII Estación)

VII.1 Cae Jesús por el peso del madero... Nosotros, por la atracción de las cosas de la tierra.
Prefiere venirse abajo antes que soltar la Cruz. Así sana Cristo el desamor que a nosotros nos derriba.

VII.2 Ese desaliento, ¿por qué? ¿Por tus miserias? ¿Por tus derrotas, a veces continuas? ¿Por un bache grande, grande, que no esperabas?
Sé sencillo. Abre el corazón. Mira que todavía nada se ha perdido. Aún puedes seguir adelante, y con más amor, con más cariño, con más fortaleza.
Refúgiate en la filiación divina: Dios es tu Padre amantísimo. Esta es tu seguridad, el fondeadero donde echar el ancla, pase lo que pase en la superficie de este mar de la vida. Y encontrarás alegría, reciedumbre, optimismo, ¡victoria!

VII. 3 Me has dicho: Padre, lo estoy pasando muy mal.
Y te he respondido al oído: toma sobre tus hombros una partecica de esa cruz, sólo una parte pequeña. Y si ni siquiera así puedes con ella,... déjala toda entera sobre los hombros fuertes de Cristo. Y ya desde ahora, repite conmigo: Señor, Dios mío: en tus manos abandono lo pasado y lo presente y lo futuro, lo pequeño y lo grande, lo poco y lo mucho, lo temporal y lo eterno.
Y quédate tranquilo.

VII.4 En alguna ocasión me he preguntado qué martirio es mayor: el del que recibe la muerte por la fe, de manos de los enemigos de Dios; o el del que gasta sus años trabajando sin otra mira que servir a la Iglesia y a las almas, y envejece sonriendo, y pasa inadvertido...
Para mí, el martirio sin espectáculo es más heroico... Ese es el camino tuyo.

VII. 5 Para seguir al Señor, para tratarle, hemos de patearnos por la humildad como se pisa la uva en el lagar.
Si pisoteamos la miseria nuestra -que eso somos-, entonces El se aposenta a sus anchas en el alma. Como en Betania, nos habla y le hablamos, en conversación confiada de amigo.

sábado, 27 de marzo de 2010

Sexta Estación

VI ESTACIÓN: UNA PIADOSA MUJER ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS
(San Josemaría)



No hay en él parecer, no hay hermosura que atraiga las miradas, ni belleza que agrade. Despreciado, desecho de los hombres, varón de dolores, conocedor de todos los quebrantos, ante quien se vuelve el rostro, menospreciado, estimado en nada (Is LIII,2-3).
Y es el Hijo de Dios que pasa, loco... ¡loco de amor!
Una mujer, Verónica de nombre, se abre paso entre la muchedumbre, llevando un lienzo blanco plegado, con el que limpia piadosamente el rostro de Jesús. El Señor deja grabada su Santa Faz en las tres partes de ese velo.
El rostro bienamado de Jesús, que había sonreído a los niños y se transfiguró de gloria en el Tabor, está ahora como oculto por el dolor. Pero este dolor es nuestra purificación; ese sudor y esa sangre que empañan y desdibujan sus facciones, nuestra limpieza.
Señor, que yo me decida a arrancar, mediante la penitencia, la triste careta que me he forjado con mis miserias... Entonces, sólo entonces, por el camino de la contemplación y de la expiación, mi vida irá copiando fielmente los rasgos de tu vida. Nos iremos pareciendo más y más a Ti.
Seremos otros Cristos, el mismo Cristo, ipse Christus.

Puntos de meditación
(VI Estación)


VI.1 Nuestros pecados fueron la causa de la Pasión: de aquella tortura que deformaba el semblante amabilísimo de Jesús, perfectus Deus, perfectus homo. Y son también nuestras miserias las que ahora nos impiden contemplar al Señor, y nos presentan opaca y contrahecha su figura.
Cuando tenemos turbia la vista, cuando los ojos se nublan, necesitamos ir a la luz. Y Cristo ha dicho: ego sum lux mundi! (Ioh VIII,12), yo soy la luz del mundo. Y añade: el que me sigue no camina a oscuras, sino que tendrá la luz de la vida.

VI.2 Trata a la Humanidad Santísima de Jesús... Y El pondrá en tu alma un hambre insaciable, un deseo "disparatado" de contemplar su Faz.
En esa ansia -que no es posible aplacar en la tierra-, hallará muchas veces tu consuelo.

VI.3 Escribe San Pedro: por Jesucristo, Dios nos ha dado las grandes y preciosas gracias que había prometido, para haceros partícipes de la naturaleza divina (2 Pet I,4).
Esa divinización nuestra no significa que dejemos de ser humanos... Hombres, sí, pero con horror al pecado grave. Hombres que abominan de las faltas veniales, y que, si experimentan cada día su flaqueza, saben también de la fortaleza de Dios.
Así nada podrá detenernos: ni los respetos humanos, ni las pasiones, ni esta carne que se rebela porque somos unos bellacos, ni la soberbia, ni... la soledad.
Un cristiano nunca está solo. Si te sientes abandonado, es porque no quieres mirar a ese Cristo que pasa tan cerca... quizá con la Cruz.

VI. 4 Ut in gratiarum semper actione maneamus! Dios mío, gracias, gracias por todo: por lo que me contraría, por lo que no entiendo, por lo que me hace sufrir.
Los golpes son necesarios para arrancar lo que sobra del gran bloque de mármol. Así esculpe Dios en las almas la imagen de su Hijo. ¡Agradece al Señor esas delicadezas!

VI. 5 Cuando los cristianos lo pasamos mal, es porque no damos a esta vida todo su sentido divino. Donde la mano siente el pinchazo de las espinas, los ojos descubren un ramo de rosas espléndidas, llenas de aroma.

viernes, 26 de marzo de 2010

Quinta estación

V ESTACIÓN: SIMÓN AYUDA A LLEVAR LA CRUZ DE JESÚS
(San Josemaría)



Jesús está extenuado. Su paso se hace más y más torpe, y la soldadesca tiene prisa por acabar; de modo que, cuando salen de la ciudad por la puerta Judiciaria, requieren a un hombre que venía de una granja, llamado Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, y le fuerzan a que lleve la cruz de Jesús (cfr. Mc XV,21).
En el conjunto de la Pasión, es bien poca cosa lo que supone esta ayuda. Pero a Jesús le basta una sonrisa, una palabra, un gesto, un poco de amor para derramar copiosamente su gracia sobre el alma del amigo. Años más tarde, los hijos de Simón, ya cristianos, serán conocidos y estimados entre sus hermanos en la fe. Todo empezó por un encuentro inopinado con la Cruz.
Me presenté a los que no preguntaban por mí, me hallaron los que no me buscaban (Is LXV,1).
A veces la Cruz aparece sin buscarla: es Cristo que pregunta por nosotros. Y si acaso ante esa Cruz inesperada, y tal vez por eso más oscura, el corazón mostrara repugnancia... no le des consuelos. Y, lleno de una noble compasión, cuando los pida, dile despacio, como en confidencia: corazón, ¡corazón en la Cruz!, ¡corazón en la Cruz!


Puntos de meditación
(V Estación)



V.1 ¿Quieres saber cómo agradecer al Señor lo que ha hecho por nosotros?... ¡Con amor! No hay otro camino.
Amor con amor se paga. Pero la certeza del cariño la da el sacrificio. De modo que ¡ánimo!: niégate y toma su Cruz. Entonces estarás seguro de devolverle amor por amor.

V. 2 No es tarde, ni todo está perdido... Aunque te lo parezca. Aunque lo repitan mil voces agoreras. Aunque te asedien miradas burlonas e incrédulas... Has llegado en un buen momento para cargar con la Cruz: la Redención se está haciendo -¡ahora!-, y Jesús necesita muchos cirineos.

V. 3 Por ver feliz a la persona que ama, un corazón noble no vacila ante el sacrificio. Por aliviar un rostro doliente, un alma grande vence la repugnancia y se da sin remilgos... Y Dios ¿merece menos que un trozo de carne, que un puñado de barro?
Aprende a mortificar tus caprichos. Acepta la contrariedad sin exagerarla, sin aspavientos, sin... histerismos. Y harás más ligera la Cruz de Jesús.

V. 4 Ciertamente que el día de hoy ha sido de salvación para esta casa, pues que también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que había perecido (Lc XIX,9-10).
Zaqueo, Simón de Cirene, Dimas, el centurión...
Ahora ya sabes por qué te ha buscado el Señor. ¡Agradéceselo!... Pero opere et veritate, con obras y de verdad.

V. 5 ¿Cómo amar de veras la Cruz Santa de Jesús?... ¡Deséala!... ¡Pide fuerzas al Señor para implantarla en todos los corazones, y a lo largo y a lo ancho de este mundo! Y luego... desagráviale con alegría; trata de amarle también con el latir de todos los corazones que aún no le aman.

jueves, 25 de marzo de 2010

Cuarta estación del Via Crucis

IV ESTACIÓN: JESÚS ENCUENTRA A MARÍA, SU SANTÍSIMA MADRE
(San Josemaría)



Apenas se ha levantado Jesús de su primera caída, cuando encuentra a su Madre Santísima, junto al camino por donde El pasa.
Con inmenso amor mira María a Jesús, y Jesús mira a su Madre; sus ojos se encuentran, y cada corazón vierte en el otro su propio dolor. El alma de María queda anegada en amargura, en la amargura de Jesucristo. ¡Oh vosotros cuantos pasáis por el camino: mirad y ved si hay dolor comparable a mi dolor! (Lam I,12).
Pero nadie se da cuenta, nadie se fija; sólo Jesús.
Se ha cumplido la profecía de Simeón: una espada traspasará tu alma (Lc II,35).
En la oscura soledad de la Pasión, Nuestra Señora ofrece a su Hijo un bálsamo de ternura, de unión, de fidelidad; un sí a la voluntad divina.
De la mano de María, tú y yo queremos también consolar a Jesús, aceptando siempre y en todo la Voluntad de su Padre, de nuestro Padre.
Sólo así gustaremos de la dulzura de la Cruz de Cristo, y la abrazaremos con la fuerza del amor, llevándola en triunfo por todos los caminos de la tierra.


Puntos de meditación
(IV Estación)


IV. 1 ¿Qué hombre no lloraría, si viera a la Madre de Cristo en tan atroz suplicio?
Si su Hijo herido... Y nosotros lejos, cobardes, resistiéndonos a la Voluntad divina.
Madre y Señora mía, enséñame a pronunciar un sí que, como el tuyo, se identifique con el clamor de Jesús ante su Padre: non mea voluntas... (Lc XXII,42): no se haga mi voluntad, sino la de Dios.

IV. 2 ¡Cuánta miseria! ¡Cuántas ofensas! Las mías, las tuyas, las de la humanidad entera...
Et in peccatis concepit me mater mea! (Ps L,7). Nací, como todos los hombres, manchado con la culpa de nuestros primeros padres. Después..., mis pecados personales: rebeldías pensadas, deseadas, cometidas...
Para purificarnos de esa podredumbre, Jesús quiso humillarse y tomar la forma de siervo (cfr. Phil II,7), encarnándose en las entrañas sin mancilla de Nuestra Señora, su Madre, y Madre tuya y mía. Pasó treinta años de oscuridad, trabajando como uno de tantos, junto a José. Predicó. Hizo milagros... Y nosotros le pagamos con una Cruz.
¿Necesitas más motivos para la contrición?

IV. 3 Ha esperado Jesús este encuentro con su Madre. ¡Cuántos recuerdos de infancia!: Belén, el lejano Egipto, la aldea de Nazaret. Ahora, también la quiere junto a sí, en el Calvario.
¡La necesitamos!... En la oscuridad de la noche, cuando un niño pequeño tiene miedo, grita: ¡mamá!
Así tengo yo que clamar muchas veces con el corazón: ¡Madre!, ¡mamá!, no me dejes.

IV. 4 Hasta llegar al abandono hay un poquito de camino que recorrer. Si aún no lo has conseguido, no te preocupes: sigue esforzándote. Llegará el día en que no verás otro camino más que El -Jesús-, su Madre Santísima, y los medios sobrenaturales que nos ha dejado el Maestro.

IV. 5 Si somos almas de fe, a los sucesos de esta tierra les daremos una importancia muy relativa, como se la dieron los santos... El Señor y su Madre no nos dejan y, siempre que sea necesario, se harán presentes para llenar de paz y de seguridad el corazón de los suyos.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Tercera estación del Via crucis


III ESTACIÓN: CAE JESÚS POR PRIMERA VEZ
(San Josemaría)

La Cruz hiende, destroza con su peso los hombros del Señor.
La turbamulta ha ido agigantándose. Los legionarios apenas pueden contener la encrespada, enfurecida muchedumbre que, como río fuera de cauce, afluye por las callejuelas de Jerusalén.
El cuerpo extenuado de Jesús se tambalea ya bajo la Cruz enorme. De su Corazón amorosísimo llega apenas un aliento de vida a sus miembros llagados.
A derecha e izquierda, el Señor ve esa multitud que anda como ovejas sin pastor. Podría llamarlos uno a uno, por sus nombres, por nuestros nombres. Ahí están los que se alimentaron en la multiplicación de los panes y de los peces, los que fueron curados de sus dolencias, los que adoctrinó junto al lago y en la montaña y en los pórticos del Templo.
Un dolor agudo penetra en el alma de Jesús, y el Señor se desploma extenuado.
Tú y yo no podemos decir nada: ahora ya sabemos por qué pesa tanto la Cruz de Jesús. Y lloramos nuestras miserias y también la ingratitud tremenda del corazón humano. Del fondo del alma nace un acto de contrición verdadera, que nos saca de la postración del pecado. Jesús ha caído para que nosotros nos levantemos: una vez y siempre.

Puntos de meditación
(III Estación)



III. 1 ¿Triste?... ¿Porque has caído en esa pequeña batalla?
¡No! ¡Alegre! Porque en la próxima, con la gracia de Dios y con tu humillación de ahora, ¡vencerás!

III. 2 Mientras hay lucha, lucha ascética, hay vida interior. Eso es lo que nos pide el Señor: la voluntad de querer amarle con obras, en las cosas pequeñas de cada día.
Si has vencido en lo pequeño, vencerás en lo grande.

III. 3 "Este hombre se muere. Ya no hay nada que hacer..."
Fue hace años, en un hospital de Madrid.
Después de confesarse, cuando el sacerdote le daba a besar su crucifijo, aquel gitano decía a gritos, sin que lograsen hacerle callar:
-¡Con esta boca mía podrida no puedo besar al Señor!
-Pero, ¡si le vas a dar un abrazo y un beso muy fuerte en seguida, en el Cielo!
...¿Has visto una manera más hermosamente tremenda de manifestar la contrición?

III. 4 Hablas y no te escuchan. Y si te escuchan, no te entienden. ¡Eres un incomprendido!... De acuerdo. En cualquier caso, para que tu cruz tenga todo el relieve de la Cruz de Cristo, es preciso que trabajes ahora así, sin que te tengan en cuenta. Otros te entenderán.

III. 5 ¡Cuántos, con la soberbia y la imaginación, se meten en unos calvarios que no son de Cristo!
La Cruz que debes llevar es divina. No quieras llevar ninguna humana. Si alguna vez cayeras en este lazo, rectifica enseguida: te bastará pensar que El ha sufrido infinitamente más por amor nuestro.

martes, 23 de marzo de 2010

2a Estación del Via Crucis

II ESTACIÓN: JESÚS CARGA CON LA CRUZ
(San Josemaría)




Fuera de la ciudad, al noroeste de Jerusalén, hay un pequeño collado: Gólgota se llama en arameo; locus Calvariae, en latín: lugar de de las Calaveras o Calvario.
Jesús se entrega inerme a la ejecución de la condena. No se le ha de ahorrar nada, y cae sobre sus hombros el peso de la cruz infamante. Pero la Cruz será, por obra de amor, el trono de su realeza.
Las gentes de Jerusalén y los forasteros venidos para la Pascua se agolpan por las calles de la ciudad, para ver pasar a Jesús Nazareno, el Rey de los judíos. Hay un tumulto de voces; y a intervalos, cortos silencios: tal vez cuando Cristo fija los ojos en alguien:
-Si alguno quiere venir en pos de mí, tome su cruz de cada día y sígame (Mt XVI,24).
¡Con qué amor se abraza Jesús al leño que ha de darle muerte!
¿No es verdad que en cuanto dejas de tener miedo a la Cruz, a eso que la gente llama cruz, cuando pones tu voluntad en aceptar la Voluntad divina, eres feliz, y se pasan todas las preocupaciones, los sufrimientos físicos o morales?
Es verdaderamente suave y amable la Cruz de Jesús. Ahí no cuentan las penas; sólo la alegría de saberse corredentores con El.




Puntos de meditación
(II Estación)

II. 1 La comitiva se prepara... Jesús, escarnecido, es blanco de las burlas de cuantos le rodean. ¡El!, que pasó por el mundo haciendo el bien y sanando a todos de sus dolencias (cfr. Act X,38).
A El, al Maestro bueno, a Jesús, que vino al encuentro de los que estábamos lejos, lo van a llevar al patíbulo.

II. 2 Como para una fiesta, han preparado un cortejo, una larga procesión. Los jueces quieren saborear su victoria con un suplicio lento y despiadado.
Jesús no encontrará la muerte en un abrir y cerrar de ojos... Le es dado un tiempo para que el dolor y el amor se sigan identificando con la Voluntad amabilísima del Padre. Ut facerem voluntatem tuam, Deus meus, volui, et legem tuam in medio cordis mei (Ps XXXIX,9): en cumplir tu Voluntad, Dios mío, tengo mi complacencia, y dentro de mi corazón está tu ley.

II.3 Cuanto más seas de Cristo, mayor gracia tendrás para tu eficacia en la tierra y para la felicidad eterna.
Pero has de decidirte a seguir el camino de la entrega: la Cruz a cuestas, con una sonrisa en tus labios, con una luz en tu alma.

II. 4 Oyes dentro de ti: "¡cómo pesa ese yugo que tomaste libremente!"... Es la voz del diablo; el fardo... de tu soberbia.
Pide al Señor humildad, y entenderás tú también aquellas palabras de Jesús: iugum enim meum suave est et onus meum leve (Mt XI, 30), que a mí me gusta traducir libremente así: mi yugo es la libertad, mi yugo es el amor, mi yugo es la unidad, mi yugo es la vida, mi yugo es la eficacia.

II. 5 Hay en el ambiente una especie de miedo a la Cruz, a la Cruz del Señor. Y es que han empezado a llamar cruces a todas las cosas desagradables que suceden en la vida, y no saben llevarlas con sentido de hijos de Dios, con visión sobrenatural. ¡Hasta quitan las cruces que plantaron nuestros abuelos en los caminos...!
En la Pasión, la Cruz dejó de ser símbolo de castigo para convertirse en señal de victoria. La Cruz es el emblema del Redentor: in quo est salus, vita et resurrectio nostra: allí está nuestra salud, nuestra vida y nuestra resurrección.

Arte y fe. Concierto en el santo del Papa

Un nuevo favor de Juan Pablo II

lunes, 22 de marzo de 2010

Primera estación del Vía Crucis


I ESTACIÓN: CONDENAN A MUERTE A JESÚS
(San Josemaría)


Han pasado ya las diez de la mañana. El proceso está llegando a su fin. No ha habido pruebas concluyentes. El juez sabe que sus enemigos se lo han entregado por envidia, e intenta un recurso absurdo: la elección entre Barrabás, un malhechor acusado de robo con homicidio, y Jesús, que se dice Cristo. El pueblo elige a Barrabás. Pilatos exclama:
-¿Qué he de hacer, pues, de Jesús? (Mt XXVII,22).
Contestan todos: -¡Crucifícale!
El juez insiste: -Pero ¿qué mal ha hecho?
Y de nuevo responden a gritos: -¡Crucifícale!, ¡crucifícale!
Se asusta Pilatos ante el creciente tumulto. Manda entonces traer agua, y se lava las manos a la vista del pueblo, mientras dice:
-Inocente soy de la sangre de este justo; vosotros veréis (Mt XXVII,24).
Y después de haber hecho azotar a Jesús, lo entrega para que lo crucifiquen. Se hace el silencio en aquellas gargantas embravecidas y posesas. Como si Dios estuviese ya vencido.
Jesús está solo. Quedan lejanos aquellos días en que la palabra del Hombre-Dios ponía luz y esperanza en los corazones, aquellas largas procesiones de enfermos que eran curados, los clamores triunfales de Jerusalén cuando llegó el Señor montado en un manso pollino. ¡Si los hombres hubieran querido dar otro curso al amor de Dios! ¡Si tú y yo hubiésemos conocido el día del Señor!


Puntos de meditación
(I Estación)



I. 1 Jesús ora en el huerto: Pater mi (Mt XXVI,39), Abba, Pater! (Mc XIV,36). Dios es mi Padre, aunque me envíe sufrimiento. Me ama con ternura, aun hiriéndome. Jesús sufre, por cumplir la Voluntad del Padre... Y yo, que quiero también cumplir la Santísima Voluntad de Dios, siguiendo los pasos del Maestro, ¿podré quejarme, si encuentro por compañero de camino al sufrimiento?
Constituirá una señal cierta de mi filiación, porque me trata como a su Divino Hijo. Y, entonces, como El, podré gemir y llorar a solas en mi Getsemaní, pero, postrado en tierra, reconociendo mi nada, subirá hasta el Señor un grito salido de lo íntimo de mi alma: Pater mi, Abba, Pater,...fiat!

I. 2 El Prendimiento: ... venit hora: ecce Filius hominis tradetur in manus peccatorum (Mc XIV,41)... Luego, ¿el hombre pecador tiene su hora? ¡Sí, y Dios su eternidad!...
¡Cadenas de Jesús! Cadenas, que voluntariamente se dejó El poner, atadme, hacedme sufrir con mi Señor, para que este cuerpo de muerte se humille... Porque -no hay término medio- o le aniquilo o me envilece. Más vale ser esclavo de mi Dios que esclavo de mi carne.

I. 3 Durante el simulacro de proceso, el Señor calla. Iesus autem tacebat (Mt XXVI,63). Luego, responde a las preguntas de Caifás y de Pilatos... Con Herodes, veleidoso e impuro, ni una palabra (cfr. Lc XXIII,9): tanto deprava el pecado de lujuria que ni aun la voz del Salvador escucha.
Si se resisten a la verdad en tantos ambientes, calla y reza, mortifícate... y espera. También en las almas que parecen más perdidas queda, hasta el final, la capacidad de volver a amar a Dios.

I. 4 Está para pronunciarse la sentencia. Pilatos se burla: ecce rex vester! (Ioh XIX,l4). Los pontífices responden enfurecidos: no tenemos rey, sino a César (Ioh XIX,l5).
¡Señor!, ¿dónde están tus amigos?, ¿dónde, tus súbditos? Te han dejado. Es una desbandada que dura veinte siglos... Huimos todos de la Cruz, de tu Santa Cruz.
Sangre, congoja, soledad y una insaciable hambre de almas... son el cortejo de tu realeza.

I. 5 Ecce homo! (Ioh XIX,5). El corazón se estremece al contemplar la Santísima Humanidad del Señor hecha una llaga.
Y entonces le preguntarán: ¿qué heridas son esas que llevas en tus manos? Y él responderá: son las que recibí en la casa de los que me aman (Zach XIII,6).
Mira a Jesús. Cada desgarrón es un reproche; cada azote, un motivo de dolor por tus ofensas y las mías.

sábado, 20 de marzo de 2010

Vía Crucis (introducción)

VIA CRUCIS
(San Josemaría)

Señor mío y Dios mío,
bajo la mirada amorosa de nuestra Madre,
nos disponemos a acompañarte
por el camino de dolor,
que fue precio de nuestro rescate.
Queremos sufrir todo lo que Tú sufriste,
ofrecerte nuestro pobre corazón, contrito,
porque eres inocente y vas a morir por nosotros,
que somos los únicos culpables.
Madre mía, Virgen dolorosa,
ayúdame a revivir aquellas horas amargas
que tu Hijo quiso pasar en la tierra,
para que nosotros, hechos de un puñado de lodo,
viviésemos al fin
in libertatem gloriae filiorum Dei,
en la libertad y gloria de los hijos de Dios.

Conversación y noviazgo verdadero

Tener conversación

Alfonso Aguiló
http://www.interrogantes.net/

"Había otras causas de esa soledad –escribe Dorothy Parker– que se remontaban muy atrás, a cuando eran novios. Ella trató de recordar de qué hablaban antes de casarse, cuando estaban prometidos, y le pareció que nunca habían tenido gran cosa que decirse. Pero, antes, eso no le preocupaba, e incluso experimentaba la satisfacción de que su noviazgo iba bien, pues siempre había oído decir que el verdadero amor no se expresa con palabras. Además, en aquel entonces, los besos y tonteos les tenían siempre ocupados. Pero resultó que el verdadero matrimonio parecía ser igualmente silencioso, y al cabo de siete años de vida en común no es posible confiar en los besos y en todo lo demás para llenar los días y las noches."

Antonio Vázquez ha escrito que el matrimonio es, entre otras cosas, cincuenta años de conversación. Que es preciso cultivar el deseo de conocer y conocerse, de intercambiar impresiones, de comunicarse. Por eso, quienes desde el noviazgo centran sus aspiraciones en el atractivo físico o en el sexo, y construyen sobre eso una relación sin mucho más cimiento, bien pronto se encuentran con el aburrimiento y la soledad.

En absoluto quiero con todo esto proponer un rechazo puritano al cuerpo, sino simplemente poner la atención en la necesidad de cultivarse, de tener conversación, de formarse opinión sobre las cosas, de tener áreas de interés amplias, de ganar en profundidad interior. Quien no cultiva esa profundidad interior, acaba siendo una persona superficial, frívola, reducida a los primeros estratos de la vida, y que pasa por ella como si estuviera en una apresurada visita. Se convierten poco a poco en gente ficticia, con pocas ilusiones de cierto fuste, guiados casi siempre por los comportamientos de su entorno, encuadrados dócilmente en las costumbres de moda.

Es llamativo comprobar cómo el espíritu de algunos hombres y mujeres envejece prematuramente por esa superficialidad y, en cambio, otros permanecen jóvenes y animosos hasta el final de sus días. Por eso debemos hacer lo posible para que no se detenga un día el reloj de nuestra vida y para que, si alguna vez vemos que se detiene, sepamos ponerlo de nuevo en marcha cuanto antes. Todos tenemos dentro muchos recursos aún sin usar, talento que no hemos aprovechado, fuerzas que nunca hemos puesto a prueba. Por eso, por muy ocupados o cansados que estemos, no podemos dejar de avanzar, de aprender y de ser receptivos a las ideas de otros.

Para tener conversación hay que aprender a escuchar. Y a veces no lo hacemos porque estamos demasiado ocupados recordando algo que tiene que ver con lo que nos cuentan, y lo estamos preparando para soltarlo en cuanto haya una pausa. Y quizá son conversaciones animadas, en las que unos a otros se quitan la palabra, pero en las que apenas se escucha.

La conversación hay que buscarla. No podemos quedarnos ahí, esperando a que llegue. Hay que buscarla con inteligencia. Y para ello, quizá lo primero es no querer presumir de inteligente, no tener la petulancia de querer demostrarlo a cada momento, sino mostrarnos abiertos y receptivos, de modo que ampliemos cada día nuestro abanico de intereses.

No podemos conformarnos con esas conversaciones excesivamente convencionales cuyo principal protagonista es el tópico. No podemos ser de esas personas que, cuando se encuentran contigo, cruzan dos o tres frases de compromiso, pero enseguida tienen que despedirse, pretextando un pequeño quehacer, porque, en realidad, tienen tan poca conversación que casi nada les interesa, se aburren, y no saben qué decir.

Las buenas conversaciones dejan siempre poso y, cuando la conversación ha pasado, vienen de nuevo a la memoria las ideas, los argumentos expuestos por unos y otros, y por uno mismo, y se nos ocurren nuevas ideas, y nace la ilusión de continuar esa conversación, ese encuentro.

viernes, 19 de marzo de 2010

miércoles, 17 de marzo de 2010

Apoyo a matrimonios que no pueden tener hijos

La infecundidad matrimonial -por lo que puede suponer de frustración- es fuente, a veces, de desavenencias e incomprensiones. ¿Cuál es, a su juicio, el sentido que deben dar a su matrimonio los esposos cristianos que no tengan descendencia?

En primer lugar les diré que no han de darse por vencidos con demasiada facilidad: antes hay que pedir a Dios que les conceda descendencia, que les bendiga -si es su Voluntad- como bendijo a los Patriarcas del Viejo Testamento; y después es conveniente acudir a un buen médico, ellas y ellos. Si a pesar de todo, el Señor no les da hijos, no han de ver en eso ninguna frustración: han de estar contentos, descubriendo en este mismo hecho la Voluntad de Dios para ellos. Muchas veces el Señor no da hijos porque pide más. Pide que se tenga el mismo esfuerzo y la misma delicada entrega, ayudando a nuestros prójimos, sin el limpio gozo humano de haber tenido hijos: no hay, pues, motivo para sentirse fracasados ni para dar lugar a la tristeza.
Si los esposos tienen vida interior, comprenderán que Dios les urge, empujándoles a hacer de su vida un servicio cristiano generoso, un apostolado diverso del que realizarían en sus hijos, pero igualmente maravilloso.
Que miren a su alrededor, y descubrir n en seguida personas que necesitan ayuda, caridad y cariño. Hay además muchas labores apostólicas en las que pueden trabajar. Y si saben poner el corazón en esa tarea, si saben darse generosamente a los demás, olvidándose de sí mismos, tendrán una fecundidad espléndida, una paternidad espiritual que llenar su alma de verdadera paz.
Las soluciones concretas pueden ser distintas en cada caso, pero en el fondo todas se reducen a ocuparse de los demás con afán de servicio, con amor. Dios premia siempre, dando a sus almas una honda alegría, a los que tienen la generosa humildad de no pensar en sí mismos.

(Conversaciones, n. 96. Pregunta de una entrevista a Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer)

También hay información en este Enlace

martes, 16 de marzo de 2010

Extractos del mensaje a la juventud (Benedicto XVI)

MENSAJE PARA LA XXV JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD

Mensaje del Santo Padre con ocasión de la XXV Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará el 28 de marzo, Domingo de Ramos, en todas las diócesis. El tema de este año es: "Maestro bueno, qué debo hacer para heredar la vida eterna?" (Mc 10,17).

Siguen extractos del texto en español:

"Para prepararnos a esta celebración, quisiera proponeros algunas reflexiones sobre el tema de este año: " "Maestro bueno, qué debo hacer para heredar la vida eterna?", tomado del episodio evangélico del encuentro de Jesús con el joven rico, un tema ya afrontado en 1985 por el Papa Juan Pablo II en una bellísima carta dirigida por primera vez a los jóvenes.

1. Jesús se encuentra con un joven
"Este relato expresa de manera eficaz la gran atención de Jesús hacia los jóvenes; (...) su deseo de encontraros personalmente y de abrir un diálogo con cada uno de vosotros".

2. Jesús le miró y le amó
"En el relato evangélico, san Marcos subraya cómo "Jesús, fijando en él su mirada, le amó" (Mc 10,21). En la mirada del Señor está el corazón de este especialísimo encuentro y de toda la experiencia cristiana. De hecho el cristianismo no es en primer lugar una moral, sino experiencia de Jesucristo, que nos ama personalmente, jóvenes o viejos, pobres o ricos; nos ama también cuando le damos la espalda".

"La conciencia de que (...) Cristo ama a cada uno y siempre (...) nos permite superar todas las pruebas: el descubrimiento de nuestros pecados, el sufrimiento, el desánimo. ".

3. El descubrimiento del proyecto de vida
"El joven rico pregunta a Jesús: "¿Qué tengo que hacer?" La etapa de la vida en la que estáis inmersos es tiempo de descubrimiento: de los dones que Dios os ha otorgado y de vuestras responsabilidades. Es, también, tiempo de decisiones fundamentales para construir vuestro proyecto de vida. Es el momento, por tanto, de interrogaros sobre el sentido auténtico de la existencia y de preguntaros: "¿Estoy satisfecho con mi vida? ¿Hay algo que me falta?".

"¡No tengáis miedo de afrontar estas preguntas! (...) escuchad a Dios, que tiene su diseño de amor sobre cada uno de vosotros".

4. ¡Ven y sígueme!
"La vocación cristiana brota de una propuesta de amor del Señor y solo puede realizarse gracias a una respuesta de amor. (...) Siguiendo el ejemplo de tantos discípulos de Cristo, acoged con gozo también vosotros, queridos amigos, la invitación al seguimiento, para vivir intensamente y con fruto en este mundo".

"La tristeza del joven rico del Evangelio es la que nace en el corazón de cada uno cuando no se tiene el valor de seguir a Cristo, de cumplir la decisión justa. Pero nunca es demasiado tarde para responderle!".

"En este Año Sacerdotal, quisiera exhortar a los jóvenes y a los chicos a estar atentos a si el Señor os invita a un don más grande, en el camino del sacerdocio ministerial, y a estar dispuestos a acoger con generosidad y entusiasmo este signo de especial predilección, emprendiendo con un sacerdote, con el director espiritual, el necesario camino de discernimiento. No tengáis miedo queridos jóvenes y queridas jóvenes, si el Señor os llama a la vida religiosa, monástica, misionera o de especial consagración: Èl sabe donar alegría profunda a quien responde con valor!".

"Invito, además, a cuantos sienten la vocación al matrimonio a acogerla con fe, empeñándose en poner bases sólidas para vivir un amor grande, fiel y abierto al don de la vida, que es riqueza y gracia para la sociedad y para la Iglesia".

5. Orientados hacia la vida eterna
"Interrogarse sobre el futuro definitivo que nos espera a cada uno de nosotros da sentido pleno a la existencia, ya que orienta el proyecto de vida hacia horizontes que no son limitados y pasajeros, sino amplios y profundos, que llevan a amar el mundo, tan amado por el mismo Dios, a dedicarnos a su desarrollo, pero siempre con la libertad y la alegría que nacen de la fe y de esperanza. (...) Queridos jóvenes, os exhorto a no olvidar esta perspectiva en vuestro proyecto de vida: estamos llamados a la eternidad".

6. Los mandamientos, camino del amor auténtico
"(...) También a vosotros, Jesús os pregunta si conocéis los mandamientos, si os preocupáis por formar vuestra conciencia siguiendo la ley divina y si los ponéis en práctica. Ciertamente, se trata de preguntas contracorriente respecto a la mentalidad actual, que propone una libertad desligada de valores, de reglas, de normas objetivas e invita a rechazar todo límite a los deseos del momento".

7. Os necesitamos
"A pesar de las dificultades: ¡no os dejéis desanimar y no renunciéis a vuestros sueños! Cultivad en cambio en el corazón grandes deseos de fraternidad, de justicia y de paz. El futuro está en las manos de quienes saben buscar y encontrar razones sólidas de vida y de esperanza".

"(...) En mi reciente encíclica sobre el desarrollo humano integral, "Caritas in veritate" citaba algunos de los grandes retos actuales, que son urgentes y esenciales para la vida en este mundo: el uso de los recursos de la tierra y el respeto de la ecología, la justa división de los bienes y el control de los mecanismos financieros, la solidaridad con los países pobres en el ámbito de la familia humana, la lucha contra el hambre en el mundo, la promoción de la dignidad del trabajo, el servicio a la cultura de la vida, la construcción de la paz entre los pueblos, el dialogo interreligioso, la buena utilización de los medios de comunicación social".

"Son retos a los que estáis llamados a responder para construir un mundo más justo y fraterno. Son desafíos que requieren un proyecto de vida exigente y apasionante, al servicio del cual depositar toda vuestra riqueza según el proyecto que Dios tiene para cada uno de vosotros".

"En este Año Sacerdotal, os invito a conocer la vida de los santos, en particular la de los santos sacerdotes. Veréis que Dios los guió y que encontraron su camino día a día, precisamente en la fe, en la esperanza y en el amor. Cristo os llama a cada uno de vosotros a comprometeros con Èl y a asumir vuestras responsabilidades para construir la civilización del amor."

Mensaje a los jóvenes JMJ 2010

Vocación Generosidad Responsabilidad

lunes, 15 de marzo de 2010

Doce oraciones para la familia

ORACIONES PARA LA FAMILIA
Tomado de http://www.lafamilia.info/




1. Oración del estudiante
2. Bendición de las Comidas
3. Oración a la Sagrada Familia
4. Oración de los Novios
5. Oración de los Novios a la Virgen María
6. Oración de los esposos
7. Oración por la fidelidad de los esposos
8. Oración en el aniversario del Matrimonio
9. Oración en la espera de un Hijo
10. Oración por los Hijos .
11. Oración de los padres por los hijos.
12. Oración por la familia (de Juan Pablo II)


1. Oración del estudiante

Señor: recuérdame con frecuencia la obligación que tengo de estudiar, házme responsable, que santifique mi trabajo de estudiante y que prepare bien mi misión en la vida. Que sepa agradecer el privilegio de poder estudiar, que me capacite a conciencia y que haga rendir mi juventud, Dame valentía y constancia para aprovechar todos los instantes en el estudio, enséñame a estudiar, a leer con reflexión.
Que sepa consultar a los que saben más para el día de mañana ser útil a mis hermanos y
verdadero constructor de la civilización del amor.
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2. Bendición de las Comidas

Antes de las comidas
Bendícenos, Señor, y bendice estos alimentos que nos vamos a servir, y que Tú nos das por Tu infinita bondad. Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor. Amen.

Después de las comidas
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amen
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3. A la Sagrada Familia
Jesús, José y María, os doy mi corazón
y el alma mía.
Jesús, José y María, asistidme en mi
última agonía.
Jesús, José y María, en ustedes descanse
en paz el alma mía.
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4. Oración de los Novios
En mi corazón, Señor, se ha encendido el amor por una criatura que tú conoces y amas.
Tú mismo me la haz hecho encontrar y me la has presentado.
Te doy gracias por este don que me llena de alegría profunda, me hace semejante a Ti, que eres amor, y me hace comprender el valor de la vida que me has dado.

Haz que no malgaste esta riqueza que tú has puesto en mi corazón: enséñame que el amor es don y que no puede mezclarse con ningún egoísmo; que el amor es puro y que no puede quedar en ninguna bajeza; que el amor es fecundo y desde hoy debe producir un nuevo modo de vivir en los dos.
Te pido, Señor, por quien me espera y piensa en mí; por quien camina
a mi lado; haznos dignos el uno del otro; que seamos ayuda y modelo.
Ayúdanos en nuestra preparación al matrimonio, a su grandeza, a su responsabilidad, a fin de que desde ahora nuestras almas dominen nuestros pensamientos y los conduzcan en el amor
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5. Oración de los novios a la Virgen

Madre Nuestra:
En tu nombre hemos unido nuestros corazones. Queremos que presidas nuestro amor; que defiendas, conserves y aumentes nuestra ilusión. Quita de nuestro camino cualquier obstáculo que haga nacer la sombra o las dudas entre los dos.
Apártanos del egoísmo que paraliza el verdadero amor.
Líbranos de la ligereza que pone en peligro la Gracia de nuestras almas.
Haz que, abriéndonos nuestras almas, merezcamos la maravilla de encontrar a Dios el uno en el otro.
Haz que nuestro trabajo sea ayuda y estímulo para lograrlos plenamente. Conserva la salud de nuestros cuerpos. Resuelve necesidades materiales.
Y haz que el sueño de un hogar nuevo y de unos hijos nacidos de nuestro amor y del cuerpo, sean realidad y camino que nos lleve rectamente a tu Corazón. Amén.
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6. Oración de los esposos
Señor, nuestro Dios te bendecimos por tomar en tus manos nuestro amor.
Ayúdanos a cumplir nuestra misión.
Ven a compartir nuestra vida.
Ayúdanos a formar a nuestros hijos, a ser testigos de tu amor en nuestra familia y en la sociedad.
Danos fuerza en los desalientos.
Comparte nuestras alegrías.
Señor, bendice nuestro amor. Amén.
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7. Oración por la fidelidad de los esposos

Señor, Padre santo, Dios omnipotente y eterno, te damos gracias y bendecimos
tu santo Nombre: tú has creado al hombre y a la mujer para que el uno sea para del otro
ayuda y apoyo. Acuérdate hoy de nosotros.

Protégenos y concédenos que nuestro amor sea entrega y don, a imagen de Cristo y de la Iglesia.

Ilumínanos y fortalécenos en la tarea de la formación de nuestros hijos, para que sean auténticos cristianos y constructores esforzados de la ciudad terrena.

Haz que vivamos juntos largo tiempo, en alegría y paz, para que nuestros corazones
puedan elevar siempre hacia ti, por medio de tu Hijo en el Espíritu Santo, la alabanza y la acciónde gracias. Amén
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8. Oración en el aniversario del Matrimonio

Oh Dios, Señor del universo,
que al principio creaste
al hombre y a la mujer
e instituiste el vínculo conyugal;
bendice y confirma nuestro amor,
para que expresemos siempre
en nuestra vida el sacramento
que celebramos en la fe.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén
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9. Oración en la espera de un Hijo


Oh Señor, Padre nuestro,
te damos gracias por el don maravillosa
con el cual nos haces partícipes
de tu divina paternidad.
En este tiempo de espera, te pedimos:
protege este hijo nuestro,
lleno aún de misterio,
para que nazca sano a la luz del mundo
y al nuevo nacimiento del bautismo.
Madre de Dios, a tu corazón maternal confiamos nuestro hijo. Amén
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10. Oración por los Hijos


Señor, ilumina la mente de nuestros hijos para que conozcan el camino que tú
has querido para ellos, para que te puedan dar gloria y alcancen la salvación.
Sostenlos con tu fuerza, para que alienten en su vida los ideales de tu Reino.
Ilumínanos también a nosotros, sus padres, para que les ayudemos a reconocer su vocación cristiana y a realizarla generosamente, colaborando con tus inspiraciones interiores. Amén
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11. Oración de los padres por los hijos

Señor, Padre todopoderoso, te damos gracias por habernos dado estos hijos.

Es una alegría para nosotros, y las preocupaciones, temores y fatigas que nos cuestan, las aceptamos con serenidad.

Ayúdanos a amarlos sinceramente.
A través nuestro has hecho surgir vida; desde toda la eternidad tú los conocías y amabas.
Danos sabiduría para guiarlos paciencia para instruirlos vigilancia para acostumbrarlos al bien mediante nuestro ejemplo.
Fortaleces nuestro amor para corregirlos y hacerlos más buenos.

Es tan difícil a veces comprenderlos ser como ellos nos desean, ayudarlos a hacer su camino.

Enséñanos tú Padre bueno por los méritos de Jesús tu Hijo y Señor nuestro. Amén.
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12. Oración por la familia

OH Dios, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra,
Padre que eres amor y vida,
haz que cada familia humana sobre la tierra se convierta,
por medio de tu Hijo, Jesucristo, “nacido de Mujer”,
y del Espíritu Santo, fuente de caridad divina,
en verdadero santuario de la vida y del amor
para las generaciones que siempre se renuevan.

Haz que tu gracia guíe los pensamientos y las obras de los esposos
hacia el bien de sus familias
y de todas las familias del mundo.

Haz que las jóvenes generaciones encuentren en la familia
un fuerte apoyo para su humanidad
y su crecimiento en la verdad y en el amor.

Haz que el amor, corroborado por la gracia
del sacramento del Matrimonio,
se demuestre más fuerte que cualquier debilidad y cualquier crisis,
por las que a veces pasan nuestras familias.

Haz finalmente, te lo pedimos por la Sagrada Familia de Nazaret,
que la Iglesia en todas las naciones de la tierra,
pueda cumplir fructíferamente su misión
en la familia y por medio de la familia.

Por Cristo Nuestro Señor,
que es camino, verdad y vida
por los siglos de los siglos.

Amén

Juan Pablo II.

viernes, 12 de marzo de 2010

Lituania defiende valores fundamentales

EL VALOR DE LA FAMILIA


Los parlamentarios lituanos terminaron el año 2009 aprobando una Ley de Protección de Menores que pretende que la información pública no vaya en contra de la idea de familia reconocida en la legislación. La nueva ley prohíbe en la información pública “lo que promueva cualquier tipo de relaciones sexuales entre menores que sean denigrantes para los valores familiares o que promueva cualquier concepto de matrimonio o de familia distinto del definido en la Constitución de Lituania y en el Código Civil” (que establece que el matrimonio es entre un hombre y una mujer).
Estas restricciones se aplican a la educación, a la prensa, a la publicidad y, en general, a la información pública. La ley excluye de la información pública una variada gama de informaciones consideradas peligrosas para los jóvenes, entre ellas, la pornografía, la presentación positiva de las drogas, la violencia gratuita, las instrucciones para hacer explosivos, la ridiculización y discriminación de grupos por motivos de raza, religión, estatus social y orientación sexual, así como lo que pueda “favorecer una conducta que degrada la dignidad humana”.
Fragmento de Artículo de pago tomado de Aceprensa (enero 2010). De la sección Entre comillas

jueves, 11 de marzo de 2010

El Universo conocido hasta ahora por el hombre

CUANDO CONTEMPLO EL CIELO
Post en parte copiado a pensarporlibre.blogspot.com

Dani, otra vez Dani, me envía un video fantástico. Y además nos lo explica con estas palabras:

"Hace apenas unas semanas, el Museo Americano de Historia Natural colgó en la red este espectacular vídeo, una reconstrucción informática que muestra un "viaje" desde la superficie de la Tierra hasta los límites del universo conocido.

Lo que hace que este vídeo sea único y diferente a la mayoría de los que se han hecho hasta ahora es que todo lo que en él aparece está basado en datos reales. Es decir, que no se trata de un vídeo "artístico" realizado según simples criterios estéticos, sino de una auténtica reconstrucción, pieza a pieza, de todo lo que sabemos sobre el universo en que vivimos.

Todo, desde las trayectorias de los satélites que orbitan la Tierra, hasta la posición de todas las estrellas, galaxias o lejanísimos quasares, está basado exactamente en los datos que tenemos sobre cada uno de esos objetos. O para ser más precisos, en los datos del Sloan Digital Sky Survey, que componen la que quizá sea la visión más completa del universo de que disponemos hasta el momento.

A pesar de todo, y debido a la posición geográfica en la que se encuentra el telescopio de dos metros y medio del Apache Point Observatory, en Nuevo México, que es el que utiliza el Sloan Digital Sky Survey, existen zonas "oscuras", es decir, áreas del universo que el telescopio, físicamente, no puede observar. Por eso, en el vídeo, la distribución de las galaxias observadas tiene la forma de dos conos unidos por la punta (el punto de unión es la Tierra), y el resto
aparece en negro.

En total, el trabajo comprende casi un millón de galaxias y más de 120.000 quasares. El viaje, que comienza en el Himalaya, termina en el límite mismo de lo que podemos observar con los instrumentos más potentes de que disponemos, los ecos del Big Bang, a 13.700 millones de años luz de distancia, y sirve para que todos nos demos cuenta, de una forma directa y visual, de lo insignificantemente pequeño que es nuestro mundo, incluso nuestra galaxia, si se compara con todo lo que hay "ahí fuera"...

Vedlo en pantalla completa. Vale la pena."


Comentario: la grandeza del hombre, que siendo materialmente tan pequeños, merece la atención de Dios mismo que asumió la naturaleza humana. Recuerda el salmo 8:

Señor, Dios nuestro,
que admirable es tu nombre en toda la tierra,
en toda la tierra.

Cuando contemplo el cielo,
obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado.
Qué es el hombre para que te acuerdes de él;
el ser humano, para darle poder.
Qué es el hombre para que te acuerdes de él;
el ser humano, para darle poder.

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
todo lo sometiste bajo sus pies.

Rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
todo lo sometiste bajo sus pies.