viernes, 24 de septiembre de 2010

La manipulación mediática (Evangelio de hoy)

Los diversos niveles de la manipulación mediática
Viernes 25 del Tiempo Ordinario

“¿Quién dice la gente que soy yo?”. Ellos contestaron: “Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas”
También hoy muchos no saben contestar a esta pregunta.
En general no podemos dejarnos llevar por lo que la gente dice. A todos los niveles: acerca del mundo, de los países, de las personas…y de las noticias en general. Es ese típico pasar de la realidad al “se dice”…o mezclar parte de verdad con parte de mentira a propósito para lograr objetivos perversos: “miente que algo queda”.

Mucho menos sobre la Iglesia y sus enseñanzas sobre la fe y la moral. Es algo que vemos con frecuencia en concreto respecto a la Iglesia y en concreto contra Benedicto XVI (cfr. La iglesia en la prensa: www.laiglesiaenlaprensa.com )

En este campo, lo que dice la gente manifiesta generalmente ignorancia, de allí la incapacidad de comprender y en algunos hay una actitud maliciosa.
Ver a la Iglesia como una institución inventada por los hombres. Los fines de la Iglesia son sobrenaturales (la salvación de las almas) y los medios proporcionados son también sobrenaturales: los sacramentos, canales de la gracia que nos da Jesucristo desde la Cruz. Además tiene como “tres zonas”: la celestial –la más grande-, su antesala –el Purgatorio- y la terrena –la más pequeña-.

Para todo debemos formarnos una opinión sólida, madura y verdadera, afrontada con fortaleza, sin miedo a la verdad. Pero también vivir la caridad y comprensión. Si dejamos que se meta el odio o cualquier otra pasión desordenada, el peligro de error crece geométricamente…

Para eso es necesario conocer la verdad: el estudio sereno y la oportuna petición de consejo.

Una señal: la verdad siempre está ligada a la paz de cada corazón y de toda la sociedad. Y además, solo la verdad se puede vivir. Las mentiras son teorías sin fundamento teórico coherente y por eso no se pueden poner en práctica sin forzar la naturaleza humana. Como un zapato de un número más pequeño o uno más grande del tamaño del pie.
Además traen la descomposición del tejido social.

Qué responderíamos (con convicción y coherencia) si nos preguntara hoy: “Y tú, ¿quién dices que soy yo?”. ¿Quién dices tú que es Jesús de Nazaret? Y es una pregunta aplicable también respecto a muchas más sucesos, cosas y personas.