viernes, 29 de marzo de 2013

Dios es Amor (1 Juan, 4, 8)


LA LLAGA DEL COSTADO


1.  ¿Cómo fue esa herida?

La Sábana Santa confirma que la herida del costado fue causada por una lanza propia de un soldado romano que atraviesa desde el lado derecho el corazón de Jesús. Tú no la sufriste, pero la Virgen María, nuestra Madre, sí.

2.  ¿Qué significa la Llaga del Costado?

 “Jesús en la Cruz, con el corazón traspasado de Amor por los hombres, es una respuesta elocuente -sobran las palabras- a la pregunta por el valor de las cosas y de las personas. Valen tanto los hombres, su vida y su felicidad, que el mismo Hijo de Dios se entrega para redimirlos, para limpiarlos, para elevarlos.

¿Quién no amará su Corazón tan herido?, preguntaba ante eso un alma contemplativa. Y seguía preguntando: ¿quién no devolverá amor por amor? ¿Quién no abrazará un Corazón tan puro? Nosotros, que somos de carne, pagaremos amor por amor, abrazaremos a nuestro herido, al que los impíos atravesaron manos y pies, el costado y el Corazón. Pidamos que se digne ligar nuestro corazón con el vínculo de su amor y herirlo con una lanza, porque es aún duro e impenitente. (S. Buenaventura)” (San Josemaría, Es Cristo que pasa, n. 165)

3.  ¿Qué debo hacer yo?

“Al admirar y al amar de veras la Humanidad Santísima de Jesús, descubriremos una a una sus Llagas.

Y en esos tiempos de purgación pasiva, penosos, fuertes, de lágrimas dulces y amargas que procuramos esconder, necesitaremos meternos dentro de cada una de aquellas Santísimas Heridas: para purificarnos, para gozarnos con esa Sangre redentora, para fortalecernos.

Acudiremos como las palomas que, al decir de la Escritura (Cant, 2, 14), se cobijan en los agujeros de las rocas a la hora de la tempestad. Nos ocultamos en ese refugio, para hallar la intimidad de Cristo: y veremos que su modo de conversar es apacible y su rostro hermoso (Cant, 2, 14), porque los que conocen que su voz es suave y grata, son los que recibieron la gracia del Evangelio, que les hace decir: Tú tienes palabras de vida eterna(S. Gregorio Niceno)(San Josemaría, Amigos de Dios, n. 302)

Jesús, adoro la llaga de tu Costado.
- Por ella te pido la gracia de tener tu paz y poder darla también a mi alrededor.
-Y el optimismo de saber cuánto nos amas a pesar de todas las dificultades “habidas  y por haber”. Amén