jueves, 28 de marzo de 2013

Las manos y pies clavados: señal de sumisión total.


LA LLAGA DEL PIE IZQUIERDO

1.  ¿Cómo fue esa herida?
Los estudios de la sábana santa en 3D revelan que el pie izquierdo quedó sobre el derecho. En el momento en que los dos pies están totalmente cosidos al madero, todo el cuerpo se arquea de dolor. La preciosísima Sangre de Jesús brota de las cuatro heridas.
Ya “no hay nada que hacer  ”, sino experimentar el progresivo aumento de sufrimiento propio del crucificado. La alternativa entre la asfixia y el instinto de conservación hacen subir y bajar el cuerpo girando sobre los clavos. Esto provoca un calambre constante de todo el cuerpo, como una bandera agitada por el viento.

2.  ¿Qué significa el último pie clavado.  
   Es la total sumisión, la obediencia plena.
   Al obedecer se aplasta la cabeza de la soberbia rebelde que es el inicio de todos los pecados. Obedece con dolor, pero sobre todo con amor.
   Jesús es el “nuevo Adán” –Cabeza de una nueva humanidad- de los nuevos hombres re-conciliados con Dios.
   Jesús obedeció siempre. No solo directamente a su Padre Dios. “Padre si es posible aparta de mi este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya” (Lucas 22, 42). También a José y María estándoles sujeto. A todas las leyes justas religiosas y civiles. A las autoridades, incluso cuando eran pecadoras. A los verdugos extendiendo sus brazos sobre la cruz, sin resistencia, cuando se lo mandaron, como un manso cordero llevado al matadero.
 Muchas de esas cosas humanamente ilógicas, injustas o crueles, provocadas por el Maligno -padre de la mentira, príncipe de este mundo, homicida desde el principio- se convierten en la medicina que cura de raíz.

3.  ¿Qué debo hacer yo?
Sólo el hombre libre puede obedecer. Porque sólo el hombre libre puede amar. Al contemplar esta llaga, hacemos el propósito de obedecer con sinceridad y con inteligencia iluminada con la fe. 

Jesús, adoro la llaga de tu pie izquierdo.
- Por ella te pido la gracia de aprender a obedecer para cumplir en todo y siempre la voluntad de Dios. Ahuyenta mis rebeldías cuando no entienda o no sepa leer tu querer cuando traiga dolor. Amén