miércoles, 27 de marzo de 2013

"Qué hermosos son los pies de aquel que anuncia la buena nueva" (Isaías)


LA LLAGA DEL PIE DERECHO

1.  ¿Cómo fue esa herida?
Una vez clavadas las manos, encajan el palo horizontal sobre el vertical. Ponen el pie derecho sobre el izquierdo porque utilizan un solo clavo para los dos. El primero en recibir el clavo es el pie derecho


2.  ¿Qué significa ese pie?
El pie derecho es el que tuvo la iniciativa cada vez que Jesús caminó. Cada vez que empezó a recorrer una a una, las aldeas y ciudades de todo Israel y muchos territorios de sus alrededores. ¿Cuántos kilómetros anduvo? Ciertamente muchos, centenares, en aquellos tres años finales, paso a paso.
Jesús va de un sitio a otro, habla, escucha, predica, cura, sana, corrige, enciende los corazones. No hay nadie ante quien Jesús pase indiferente. Como Buen Pastor no espera a que vengan a buscarle, Él va.

3.  ¿Qué debo hacer yo?
Ahora los pies de Jesús están quietos, fijos al madero, clavados.
Otros pies serán los que caminan por la tierra en cada día y época de la historia. Cada cristiano debe anunciar esta gran buena nueva: aquellos pies destrozados se han convertido en pies resucitados y gloriosos.
 Todos los bautizados que recorremos los millones de caminos de la tierra somos ahora los que debemos convertirlos en divinos. Con el ejemplo y con la palabra.
“Junto a los martillazos que enclavan a Jesús, resuenan las palabras proféticas de la Escritura Santa: han taladrado mis manos y mis pies. Puedo contar todos mis huesos, y ellos me miran y contemplan (Ps XXI,17-18).
        -¡Pueblo mío! ¿Qué te hice o en qué te he contristado? ¡Respóndeme! (Mich VI,3).
        Y nosotros, rota el alma de dolor, decimos sinceramente a Jesús: soy tuyo, y me entrego a Ti, y me clavo en la Cruz gustosamente, siendo en las encrucijadas del mundo un alma entregada a Ti, a tu gloria, a la Redención, a la corredención de la humanidad entera.” (San Josemaría, Via Crucis, XI estación)

Jesús, adoro la llaga de tu pie derecho.
- Por ella te pido la gracia de tener cada vez más iniciativa para servir y estar pendiente de los demás.
 - Especialmente la facilidad para hacer felices a quienes me rodean, a todos los que conozca o me encuentre casualmente con ellos. Que pueda darles a conocer tus enseñanzas -incluso las más exigentes- de un modo atractivo y asequible. Amén.