martes, 23 de octubre de 2012

Textos Misa 28 octubre 2012

XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (ciclo B)
28 DE OCTUBRE 2012                                  

JESUS, TEN MISERICORDIA DE MÍ                       
(Tomado de Hablar con Dios)

Bartimeo vive en la oscuridad, pero siente ansias de luz, de claridad, de curación, y comprendió que aquella era su oportunidad. 
Jesús estaba muy cerca de su vida. ¡Cuántos días había esperado aquel momento! ¡El Maestro está ahora al alcance de su voz! Por eso, aunque muchos le reprendían para que callase, él no les hace el menor caso y gritaba mucho más fuerte.

Cristo está siempre al alcance de nuestra voz, de nuestra oración. A Jesús hemos de gritarle muchas veces: ¡Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí! Gritarle, afirma San Agustín, con la oración y con las obras. 

Las buenas obras, en especial la caridad, el trabajo bien hecho, la limpieza del alma en una Confesión contrita de nuestros pecados.
Su misma ceguera y pobreza fueron el motivo de su encuentro con Jesús, que compensó ampliamente todos sus anteriores pesares.
Nuestras dolencias y oscuridad quizá, pueden ser ocasión de  otro encuentro con Jesús, de seguirle de un modo nuevo -más humildes, más purificados- por el camino de la vida, de  caminar más cerca de Él. 
Entonces, podremos decir a muchos de parte del Señor: ¡Ánimo!, levántate, te llama... a ti también.

Antífona de entrada (Sal 104,3-4)
Que se alegren los que buscan al Señor. Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro.

Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, aumenta  nuestra fe, esperanza y caridad, y, para conseguir tus promesas, concédenos amar tus preceptos.  Por  nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
Ciegos y cojos: los guiaré entre consuelos.
Lectura del libro del profeta Jeremías (31, 7-9)
Esto dice el Señor: “Griten de alegría por Jacob, regocíjense por el mejor de los pueblos; proclamen, alaben y digan: `El Señor ha salvado a su pueblo, al grupo de los sobrevivientes de Israel'. He aquí que yo los hago volver del país del norte y los congrego desde los confines de la tierra. Entre ellos vienen el ciego y el cojo, la mujer encinta y la que acaba de dar a luz. Retorna una gran multitud; vienen llorando, pero yo  los consolaré y los guiaré; los llevaré a torrentes de agua por un camino llano en el que no trope-zarán. Porque yo soy para Israel un padre y Efraín es mi primogénito. 
(Palabra de Dios –Te alabamos Señor)

Salmo Responsorial (Salmo 125)
V/. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
R/. Grandes cosas has hecho...
Cuando el Señor nos hizo volver del cautiverio, creíamos soñar; entonces no cesaba de  reír nuestra boca ni se cansaba entonces la lengua de cantar.
R/. Grandes cosas has hecho...
Aun los mismos paganos con asombro decían: “¡Grandes cosas ha hecho por ellos el  Señor!” Y estábamos alegres, pues ha hecho grandes cosas por su pueblo el Señor.
R/. Grandes cosas has hecho...
Como cambian los ríos la suerte del desierto, cambia también ahora nuestra suerte, Señor,  y entre gritos de júbilo cosecharán aquellos que siembran con dolor.
R/. Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.
Al ir, iban llorando, cargando la semilla; al regresar, cantando vendrán con sus gavillas.
R/. Grandes cosas has hecho ...

SEGUNDA LECTURA
Tú eres sacerdote eterno según el orden de Melquisedec.
Lectura de la carta a los hebreos (5, 1-6)
Hermanos: Todo sumo sacerdote es un hombre escogido entre los hombres y está  constituido para intervenir en favor de ellos ante Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados. El puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo  está envuelto en debilidades. Por eso, así como debe ofrecer sacrificios por los pecados  del pueblo, debe ofrecerlos también por los suyos propios. Nadie puede apropiarse ese honor, sino sólo aquel que es llamado por Dios, como lo fue Aarón. De igual manera,  Cristo no se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote; se la otorgó quien le  había dicho: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy. O como dice otro pasaje de la  Escritura: Tú eres sacerdote eterno, como Melquisedec.
(Palabra de Dios –Te alabamos Señor)

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO   
Aleluya, aleluya.
Jesucristo, nuestro salvador, ha vencido a la muerte y ha hecho resplandecer la vida por  medio del Evangelio. Aleluya

EVANGELIO
Maestro, que yo pueda ver.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (10, 46-52)
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó en compañía de sus discípulos y de mucha gente,  un ciego, llamado Bartimeo, se hallaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al  oír que el que pasaba era Jesús Nazareno, comenzó a gritar: “¡Jesús, hijo de David, ten  compasión de mí!” Muchos lo reprendían para que se callara, pero él seguía gritando  todavía más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”. Jesús se detuvo entonces y  dijo: Llámenlo. Y llamaron al ciego, diciéndole: "¡Animo! Levántate, porque él te  llama". El ciego tiró su manto; de un salto se puso en pie y se acercó a Jesús. Entonces le  dijo Jesús: "¿Qué quieres que haga por ti?” El ciego le contestó: “Maestro, que pueda  ver”. Jesús le dijo: "Vete; tu fe te ha salvado". Al momento recobró la vista y comenzó a  seguirlo por el camino.
(Palabra del Señor –Gloria a ti Señor Jesús)

Oración sobre las ofrendas 
Vuelve tu mirada, Señor, sobre las ofrendas que te presentamos, para que nuestra celebración sea para tu gloria y tu alabanza. Por Jesucristo nuestro Señor.

Antífona de comunión  (Sal 19, 6)
Que podamos celebrar tu victoria y en el nombre de nuestro Dios alzar estandartes.

Oración después de la comunión
Lleva a su término en nosotros, Señor, lo que significan estos sacramentos,  para que un día poseamos plenamente cuanto celebramos ahora en estos ritos sagrados. Por Jesucristo nuestro Señor.