jueves, 17 de abril de 2014

Viacrucis en Tierra Santa Estaciones10 y 11

X estación: despojan a Jesús de sus vestiduras

La décima estación de la Vía Dolorosa suele contemplarse nada más subir al Gólgota, unos metros antes de la capilla de la Crucifixión, donde se recuerda la undécima. (Foto: Marie-Armelle Beaulieu/CTS)

Nada más entrar en el Santo Sepulcro, a la derecha, dos escaleras de piedra muy empinadas suben a las capillas del Gólgota, el lugar del suplicio. Se encuentran a unos cinco metros de altura sobre el nivel de la basílica. Una vez arriba, los peregrinos suelen contemplar la décima estación.

Al llegar el Señor al Calvario, le dan a beber un poco de vino mezclado con hiel, como un narcótico, que disminuya en algo el dolor de la crucifixión. Pero Jesús, habiéndolo gustado para agradecer ese piadoso servicio, no ha querido beberlo (cfr. Mt 27, 34). Se entrega a la muerte con la plena libertad del Amor.
Luego, los soldados despojan a Cristo de sus vestidos (...) y los dividen en cuatro partes. Pero la túnica es sin costura, por lo que dicen:

—No la dividamos; mas echemos suertes para ver de quién será (Jn 19, 24).
Es el expolio, el despojo, la pobreza más absoluta. Nada ha quedado al Señor, sino un madero.
Para llegar a Dios, Cristo es el camino; pero Cristo está en la Cruz, y para subir a la Cruz hay que tener el corazón libre, desasido de las cosas de la tierra (San Josemaría, Via Crucis, X estación)

XI estación: Jesús es clavado en la Cruz

Unos pasos separan la décima de la undécima estación, recordada con un altar. La escena de la crucifixión figura encima, en un mosaico. La capilla pertenece a los franciscanos de la Custodia de Tierra Santa.
Ya han cosido a Jesús al madero. Los verdugos han ejecutado despiadadamente la sentencia. El Señor ha dejado hacer, con mansedumbre infinita.

No era necesario tanto tormento (...). Pero quiso sufrir todo eso por ti y por mí. Y nosotros, ¿no vamos a saber corresponder?

Es muy posible que en alguna ocasión, a solas con un crucifijo, se te vengan las lágrimas a los ojos. No te domines... Pero procura que ese llanto acabe en un propósito (San Josemaría, Via Crucis, XI estación, 1)