viernes, 18 de abril de 2014

Viacrucis en Tierra Santa. Jesús muere en la Cruz (12)

XII estación: muerte de Jesús en la Cruz



A la izquierda de la capilla de la Crucifixión, encontramos la capilla del Calvario, propiedad de la Iglesia ortodoxa griega. Se levanta sobre la roca venerada, visible a los lados del altar a través de un vidrio. Debajo, un disco de plata abierto en el centro señala el orificio donde fue erguida la Cruz.

En la parte alta de la Cruz está escrita la causa de la condena: Jesús Nazareno Rey de los judíos (Jn 19, 19). Y todos los que pasan por allí, le injurian y se mofan de Él.
—Si es el rey de Israel, baje ahora de la cruz (Mt 27, 42).

A la izquierda de la capilla de la Crucifixión, se encuentra la capilla del Calvario, que corresponde a la duodécima estación. Foto: Alfred Driessen.

Uno de los ladrones sale en su defensa:
—Este ningún mal ha hecho... (Lc 23, 41).
Luego dirige a Jesús una petición humilde, llena de fe:
—Señor, acuérdate de mí cuando estés en tu reino (Lc 23, 42).
—En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso (Lc 23, 43).
Junto a la Cruz está su Madre, María, con otras santas mujeres. Jesús la mira, y mira después al discípulo que Él ama, y dice a su Madre:
—Mujer, ahí tienes a tu hijo.
Luego dice al discípulo:
—Ahí tienes a tu madre (Jn 19, 26-27).
Se apaga la luminaria del cielo, y la tierra queda sumida en tinieblas. Son cerca de las tres, cuando Jesús exclama:
—Elí, Elí, lamma sabachtani?! Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Mt 27, 46).
Después, sabiendo que todas las cosas están a punto de ser consumadas, para que se cumpla la Escritura, dice:
—Tengo sed (Jn 19, 28).
Los soldados empapan en vinagre una esponja, y poniéndola en una caña de hisopo se la acercan a la boca. Jesús sorbe el vinagre, y exclama:
—Todo está cumplido (Jn 19, 30).
El velo del templo se rasga, y tiembla la tierra, cuando clama el Señor con una gran voz:
—Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu (Lc 23, 46).
Y expira.

Ama el sacrificio, que es fuente de vida interior. Ama la Cruz, que es altar del sacrificio. Ama el dolor, hasta beber, como Cristo, las heces del cáliz  (San Josemaría, Via Crucis, XII estación)

En la parte de la roca visible a la derecha, se aprecia una fisura atribuida al terremoto que se produjo con la muerte de Cristo: dando de nuevo una fuerte voz, entregó el espíritu. Y en esto el velo del Templo se rasgó en dos de arriba abajo y la tierra tembló y las piedras se partieron (Mt 27, 50-51). La hendidura también puede verse en otra capilla inmediatamente inferior, dedicada a Adán. Según una piadosa tradición a la que ya Orígenes hace referencia en el siglo III, allí se ubicaría la tumba del primer hombre; al abrirse la tierra, la sangre del Señor habría llegado hasta sus restos, convirtiéndolo en el primer redimido. En la iconografía cristiana, esta leyenda inspiró la costumbre de poner una calavera a los pies de la Cruz.