DOMINGO XXXI del TIEMPO
ORDINARIO, Ciclo B
NO ESTÁS LEJOS DEL REINO DE
DIOS (Tomado de Hablar con Dios)
Los textos de la Misa nos muestran la continuidad entre
el Antiguo y el Nuevo Testamento, y a la vez la perfección y la novedad de
éste.
En la Primera lectura vemos ya enunciado con toda
claridad el Primer mandamiento: Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es
solamente uno. Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con toda el alma,
con todas las fuerzas. Era un pasaje muy conocido por todos los judíos,
pues lo repetían dos veces al día, en las plegarias de la mañana y de la tarde.
En el Evangelio leemos cómo un doctor de la Ley le
hace una pregunta llena de sinceridad al Señor. Este doctor había oído el
diálogo de Jesús con los saduceos y había quedado admirado de su respuesta.
Esto le movió a conocer mejor las enseñanzas del
Maestro: ¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?.
Jesús (…) se detiene ahora ante este hombre que parece
querer conocer sinceramente la verdad. Al final del diálogo, incitándole a dar
un paso más definitivo ante la conversión, tendrá para él una palabra
alentadora: No estás lejos del Reino de Dios.
Jesús se detiene siempre ante toda alma en la que se
inicia el más pequeño deseo de conocerle.
TEXTOS DE LA MISA DEL DÍA
Antífona de entrada
(Sal 104,3-4)
No me abandones, Señor, Dios mío, no te quedes lejos;
ven aprisa a socorrerme, Señor mío, mi salvación.
Oración colecta
Señor de poder y de misericordia, que has querido
hacer digno y agradable por favor tuyo el servicio de tus fieles, concédenos
caminar sin tropiezos hacia los bienes que nos prometes. Por
nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Amarás al Señor tu Dios
con todo tu corazón
Lectura del libro del
Deuteronomio (6,
2-6)
En aquellos días, habló Moisés al pueblo y le
dijo: "Teme al Señor, tu Dios, y guarda todos sus preceptos y mandatos que
yo te transmito hoy, a ti, a tus hijos y a los hijos de tus hijos. Cúmplelos
siempre y así prolongarás tu vida. Escucha, pues, Israel: guárdalos y ponlos en
práctica, para que seas feliz y te multipliques. Así serás feliz, como ha dicho
el Señor, el Dios de tus padres, y te multiplicarás en una tierra que mana
leche y miel.
Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el
único Señor; amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma,
con todas tus fuerzas. Graba en tu corazón los mandamientos que hoy te he
transmitido".
(Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor)
Salmo Responsorial (Salmo 17)
V/. Yo te amo, Señor, tú
eres mi fuerza
R/. Yo te amo, Señor,...
Yo te amo, Señor, tú
eres mi fuerza, el Dios que me protege y me libera.
R/. Yo te amo, Señor,...
Tú eres mi refugio, mi
salvación, mi escudo, mi castillo.
Cuando invoqué al Señor
de mi esperanza, al punto me libró de mi enemigo.
R/. Yo te amo, Señor,...
Bendito seas, Señor, que
me proteges; que tú, mi salvador, seas bendecido. Tú concediste al rey grandes
victorias y mostraste tu amor a tu elegido.
R/. Yo te amo, Señor,...
SEGUNDA LECTURA
Jesús tiene un
sacerdocio eterno, porque él permanece para siempre
Lectura de la carta a
los hebreos (7,
23-28)
Hermanos: Durante la antigua alianza hubo
muchos sacerdotes, porque la muerte les impedía permanecer en su oficio. En
cambio, Jesús tiene un sacerdocio eterno, porque él permanece para siempre. De
ahí que sea capaz de salvar, para siempre, a los que por su medio se acercan a
Dios, ya que vive eternamente para interceder por nosotros.
Ciertamente que un sumo
sacerdote como éste era el que nos convenía: santo, inocente, inmaculado,
separado de los pecadores y elevado por encima de los cielos; que no necesita,
como los demás sacerdotes, ofrecer diariamente víctimas, primero por sus
pecados y después por los del pueblo, porque esto lo hizo de una vez para
siempre, ofreciéndose a sí mismo. Porque los sacerdotes constituidos por la ley
eran hombres llenos de fragilidades; pero el sacerdote constituido por las
palabras del juramento posterior a la ley, es el Hijo eternamente perfecto.
(Palabra de Dios. Te
alabamos, Señor)
ACLAMACIÓN ANTES DEL
EVANGELIO (Jn 14, 23)
Aleluya, aleluya. El que me ama cumplirá
mi palabra y mi Padre lo amará y haremos
en él nuestra morada, dice el Señor. Aleluya.
EVANGELIO
Amarás al Señor tu Dios.
–Amarás a tu prójimo
† Lectura del santo
Evangelio según san Marcos (12, 28-34)
En aquel tiempo, uno de los escribas se acercó
a Jesús y le preguntó: "¿Cuál es el primero de todos los
mandamientos?" Jesús le respondió: "El primero es: Escucha, Israel:
El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor, tu Dios, con todo
tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El
segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento
mayor que éstos".
El escriba replicó: "Muy bien, Maestro.
Tienes razón cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él,
y que amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, y
amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y
sacrificios".
Jesús, viendo que había hablado muy
sensatamente, le dijo: "No estás lejos del Reino de Dios". Y ya nadie
se atrevió a hacerle más preguntas.
(Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús)
SUGERENCIAS Y PROPÓSITOS DE LA
HOMILÍA
Amarás a tu prójimo como a ti mismo
3 sugerencias para aplicar
este mandamiento en la vida diaria:
1- Piensa en los demás como te
gustaría que piensen de ti ante tus defectos. No admitas un mal
pensamiento de nadie, aunque las palabras u obras del interesado den pie para
juzgar así razonablemente. (Camino 442)
2- Habla de los demás
solamente cosas positivas. No hagas crítica negativa: cuando no puedes
alabar, cállate. (Camino 443)
3- Esfuérzate, si es
preciso, en perdonar siempre a quienes te ofendan, desde el primer instante, ya
que, por grande que sea el perjuicio o la ofensa que te hagan, más te ha perdonado Dios a ti. (Camino
452)
Oración sobre las ofrendas
Haz, Señor, que este sacrificio sea para Ti una
ofrenda pura y para nosotros santa abundancia de tu misericordia. Por
Jesucristo nuestro Señor.
Antífona de comunión (Sal 15,11)
Me mostraste el sendero de la vida, me saciarás de
gozo en tu presencia.
Oración después de la comunión
te
rogamos, Señor, que aumentes en nosotros la acción de tu poder, para que,
alimentados con estos sacramentos, tu gracia nos disponga a recibir las
promesas con que los enriqueces. Por Jesucristo nuestro Señor.